Calles barridas y pintura fresca en los cementerios para recibir visitantes por Día de los Fieles Difuntos
En este Día de Todos los Santos, víspera del Día de los Fieles Difuntos, no se avistaban familiares de fallecidos en el cementerio Cristo Redentor, ubicado en la avenida Monumental, en el sector Pantoja. Solo transitaba el personal que realizaba las labores de limpieza y algunos obreros, que preparaban la mezcla de cemento para remozar algunos panteones.
A las 10:00 de la mañana ya una brigada había barrido las calles principales del cementerio y se observaban las fundas de basura apostadas una al lado de la otra, mientras un camión iba recogiendo ramas y escombros.
En la parte trasera el panorama daba un ligero cambio. Aquí ya no se aprecia la grama recién podada sino hierba seca y algunos desperdicios como galones plásticos, cartones de jugos y botellas vacías que yacen junto a las lápidas.
“Estamos pintando no solo porque mañana es el Día de los Muertos, sino que es una labor que cada cierto tiempo nos mandan a hacer”
Empleado del Ayuntamiento de Santo Domingo
Un ambiente similar se observaba en el cementerio Barrio Obrero, ubicado en el sector Cristo Rey, donde la presencia de familiares era mínima y unos perros callejeros daban la bienvenida en la entrada principal.
Gerardo Rosario, empleado del Ayuntamiento del Distrito Nacional (ADN), cerca de las 11:20 de la mañana daba unos retoques a la pintura amarilla que sirve para señalizar el borde del contén. Dijo que tiene pocos meses trabajando en el ayuntamiento, pero que la Dirección de Aseo Urbano del ADN tiene un sistema en el que lo rotan por parques, plazas y cementerios para mantener el cuidado de los mismos.
“Estamos pintando no solo porque mañana es el Día de los Muertos, sino que es una labor que cada cierto tiempo nos mandan a hacer”, aclaró.
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Un empleado del Ayuntamiento del Distrito Nacional da los toques finales a la pintura en el cementerio Barrio Obrero de Cristo Rey. ( )
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Una tumba adornada con flores frescas en el cementerio Cristo Redentor. ( )
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Maritza Gómez, empleada del ADN, mientras rastrilla las hojas en el cementerio de la Máximo Gómez ( )
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Una botella de vidrio arrojada en el Cementerio Cristo Redentor. ( )
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Fundas de basura apiladas en el cementerio Cristo Redentor a la espera del camión recolector. ( )
De lunes a viernes y en una jornada de 9:00 de la mañana a 1:00 de la tarde, Maritza Gómez limpia las aceras del Cementerio Nacional Máximo Gómez.
Con el rastrillo en la mano, esta barrendera se encarga de juntar hojas que han caídos de los frondosos árboles del camposanto para dejarlo impecable en esta víspera del Día de los Fieles Difuntos.
“Nosotros trabajamos cómodos”, dijo en tono jocoso la empleada del ADN.
A su lado pasó con mucha prisa la señora María Mejía, quien solo atinó a decir que estaba en el cementerio para ponerle flores frescas a la tumba de su suegra y que lo hacía en el día de hoy porque vive en Haina y no le da el tiempo mañana para también visitar a sus padres, quienes descansan en otro cementerio que no quiso especificar.
De los cementerios visitados, el de la Máximo Gómez era el que se apreciaba más deteriorado de los tres y también el que tenía una mayor concurrencia.
29 años vendiendo flores
Todos los días a las 7:00 de la mañana, Fausto Jiménez abre su quiosco de flores y velones. Llega cargado con mercancía recién comprada en el mercado donde se suple de productores de Constanza, principalmente.
Rosas, margaritas, girasoles, pompones y, según dice, las favoritas de todos los tiempos, montecasinos en su versión blanca y también morada, están cuidadosamente colocadas en sus cubetas con agua.
“Las ventas cada año van bajando la cantidad, pero de RD$100 para arriba le vendemos al cliente la cantidad de flores que quiera. Yo lo que hago es que cada año voy bajando la cantidad de flores que compro, porque cada vez se vende menos”, afirmó el hombre oriundo de Haina, quien actualmente reside en Los Girasoles por cercanía a su lugar de trabajo.
Fausto Jiménez se dedica a la venta de flores en el cementerio Cristo Redentor desde hace 29 años ( )
Fausto recuerda que la primera vez que vendió flores en el Cristo Redentor fue el 2 de noviembre de 1992. Hoy estaba acompañado por dos de sus familiares, quienes charlaban entre sí esperando que se presentara algún cliente para venderle los girasoles que en ese momento estaban acomodando.
“Las ventas están flojas. Esperamos que mañana mejoren”, exclamó esperanzada Luz María, la única vendedora de flores en el cementerio de la Máximo Gómez que quiso dar declaraciones.
Desde hace dos años trabaja de 7:00 de la mañana a 5:00 de la tarde y al igual que Fausto, se levanta de madrugada para ir al mercado a escoger las flores más vistosas y coloridas.
Los ramos sencillos los vende a RD$75 mientras que un paquete de flores completo puede costar hasta 300 pesos.