Con la pandemia se agrava el riesgo de explotación infantil en internet
Las acciones adoptadas para evitar la propagación del COVID-19 tienen un gran impacto en de trata de personas, brindando opciones de evasión a quienes se dedican a esta práctica y limitando la capacidad de respuestas de las autoridades.
“Las medidas para aplanar la curva de infección incluyen cuarentena forzosa, toques de queda y confinamiento, restricciones para viajar y limitaciones a actividades económicas y vida pública sin precedentes. Si bien a primera vista estas medidas de control, junto con el aumento de la presencia policial en las fronteras y calles, parecen disuadir la delincuencia, también pueden contribuir a que ésta sea más clandestina”.
El planteamiento lo hace la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) en su informe “Impacto de la pandemia COVID-19 en la trata de personas”.
En el documento destaca la vulnerabilidad que sufren las mujeres y niños ante un delito que ha encontrado en internet un nuevo mecanismo de acción.
UNODC señala que los delincuentes que se dedican a la trata de personas “están ajustando sus modelos de negocios a la ‘nueva normalidad’ creada a partir de la pandemia, especialmente mediante el uso indebido de nuevas tecnologías”.
Indica que, debido al cierre de las escuelas, muchas niñas y niños pasan largo tiempo en internet para aprender y socializar y que eso puede hacerles más vulnerables a los depredadores sexuales en línea.
Sostiene que, tanto grupos de defensa de los derechos de la infancia, funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y organizaciones internacionales han informado de una mayor demanda de material relacionado con el abuso sexual en línea y los riesgos de captación de menores de edad en la red.
“En la era del COVID-19, muchas actividades delictivas se están realizando en línea, aprovechando que las personas pasan más tiempo conectadas desde casa, o se están volviendo más clandestinas. La detección e investigación del crimen es más demandante y las víctimas se vuelven menos visibles para las autoridades”, señala el documento.
Indica además que los servicios que se dan a través de internet, tales como las líneas de atención telefónica y de emergencia, suelen ser la única opción posible para las víctimas en las circunstancias actuales, pero que esa modalidad no es factible en muchas partes del mundo que carecen de infraestructura.
“Incluso en los casos en que es posible, los proveedores de servicios pueden no estar equipados para hacer frente al aumento repentino en la demanda, mientras que las víctimas pueden ver obstaculizado el acceso a los medios de comunicación”.
Se agrava el riesgo
De acuerdo con el documento de la UNODC, las medidas del COVID-19 pueden afectar de manera desproporcionada a ciertos grupos de personas en riesgo de explotación, tales como los migrantes irregulares y trabajadores temporales quienes enfrentan condiciones laborales y de vida más precarias.
Plantea la preocupación que existe por el hecho de que las personas que trabajan en la industria del sexo y del trabajo doméstico sean más vulnerables a la explotación cuando aumentan los riesgos para la salud y la exposición al coronavirus.
También destaca el que, debido a las medidas de confinamiento, las víctimas de trata que se encuentran recluidas con sus tratantes, pueden empeorar su situación. Se basa en datos que hablan de un incremento en los niveles de violencia doméstica reportados por muchos países, los que considera como un indicador preocupante de las condiciones de vida de muchas de las víctimas de trata de personas, especialmente de aquellas en condiciones de servidumbre doméstica o esclavitud sexual, “afectando de manera desproporcionada a mujeres y niñas”.
Otro aspecto en el que la pandemia ha impactado es en la capacidad de autoridades estatales y organizaciones no gubernamentales en la provisión de servicios esenciales a las víctimas, debido a cierre de casas de acogidas y de servicios judiciales en algún momento.
“Más importante aún es que la pandemia ha agravado y puesto en primer plano las desigualdades económicas y sociales sistémicas que se encuentran entre las causas subyacentes de la trata de personas”, dice el informe.