Sun Dawu, el magnate filántropo que criticó al Gobierno chino
El magnate agrícola Sun Dawu, de 67 años, ha comenzado a cumplir su condena de 18 años de cárcel. El antiguo granjero, transformado en empresario de éxito y un crítico frecuente del Gobierno chino, fue condenado este miércoles por un tribunal en las afueras de Pekín como culpable de “buscar problemas e incitar a peleas”, un cargo que se utiliza con frecuencia contra los disidentes en China, de “bloqueo a servicio público” y de organizar a otros para atacar a entidades estatales. También se le ha impuesto una multa de 3,1 millones de yuanes, o unos 400.000 euros.
Tras esta sentencia, Sun se suma a otros empresarios críticos con el Gobierno chino que han recibido también condenas de 18 años por arremeter públicamente contra el presidente Xi Jinping u otras autoridades o políticas oficiales. El año pasado, el antiguo empresario inmobiliario Ren Zhiqiang fue sentenciado tras criticar la gestión del máximo líder nacional durante la pandemia de coronavirus. Wu Xiaohui, antiguo líder de la aseguradora Anbang, también cumple los mismos años de condena por fraude. Otras grandes empresas tecnológicas se encuentran bajo el escrutinio de las autoridades.
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Según las organizaciones de derechos humanos, en el caso de Sun, que se ha procesado con una rapidez insólita, las autoridades han sido especialmente duras por la relación entre el magnate y disidentes como Xu Zhiyong, fundador del movimiento Nuevo Ciudadano que exigía transparencia en la gestión oficial y que fue detenido a su vez también en 2020 tras publicar un manifiesto en el que pedía la dimisión de Xi.
Sun había comenzado su vida laboral en la granja familiar, uno de sus grandes motivos de orgullo. Completó estudios básicos escolares antes de pasar a trabajar en el Banco Agrícola de China, de propiedad estatal. Fundó su propia firma, la Compañía Dawu de Agricultura y Ganadería, en Baoding, su localidad natal, con una propiedad inicial de cincuenta cerdos y mil pollos. Aquellos modestos inicios se transformaron en una gran explotación agrícola que se diversificó en otras actividades, desde la comida para mascotas al procesado de carne, y que llegó a emplear a 9.000 personas.
Convencido defensor de los principios de la justicia social y del desarrollo rural, llegó a construir toda una ciudad en torno a su compañía, donde aplicó sus ideas igualitarias. Sus empleados disponían de asistencia sanitaria a precios rebajados o gratis, y recibían educación y acceso a instalaciones deportivas y de ocio de manera gratuita.
Sus ideales de justicia se extendían al apoyo a disidentes y abogados de derechos humanos, que mantuvo después de que el Gobierno chino detuviera a decenas de ellos en una campaña comenzada en julio de 2015. Según la organización proderechos humanos China Human Rights Defenders (CHRD), Sun se hizo cargo de los gastos legales para defender a esos profesionales durante sus juicios.
Inicialmente, su éxito fue acogido de manera favorable por el Gobierno chino, que le nombró uno de los representantes en la Asamblea local de Baoding, su localidad de origen en las cercanías de Pekín. Pero en 2003 ya sufrió su primera detención, por “manchar la reputación de órganos del Estado” por artículos sobre justicia social publicados en la página web de su compañía. Liberado tras una campaña de activistas, abogados y periodistas, fue entonces cuando comenzó su amistad con Xu Zhiyong.
No temía enfrentamientos con el Gobierno. En 2019 se mostró muy crítico sobre la gestión oficial de la epidemia de gripe porcina que diezmó las piaras de cerdos chinas ese año. “Con el carácter que tengo, no puedo hacer la pelota a otros con una sonrisa. No puedo. Esto ha marcado mi destino”, se lamentaba.
Fue detenido en noviembre del año pasado, junto a una treintena de sus familiares y colaboradores, a raíz de una disputa entre su empresa y una granja estatal que sus defensores consideran que debía haberse resuelto por vía administrativa. Se le presentaron cargos formalmente en abril de 2021.
Según Ramona Li, investigadora de CHRD, Sun “ha hecho unas contribuciones extraordinarias para mejorar la vida de los residentes en la China rural. Su apoyo a los defensores de los derechos era una extensión de su preocupación por el bienestar de la gente en los márgenes de la economía china”. El trato al magnate, agrega la activista, “demuestra que las autoridades chinas tienen mucho más interés en el control político que en cumplir objetivos contra la pobreza”.