Acoso laboral no es chiste de ocasión
Lo de “don Rubén” se aclaró, y como desventura de uno, todo el mundo celebra la ocurrencia. Una inocentada, sin ser 28 de diciembre en RD, ni 1º de abril en USA.
Como muy fácil para ser verdad y poco aleccionadora la experiencia, y como no habrá culpa, tampoco consecuencia.
Este final feliz, en apariencia, lleva a olvidar que las redes constituyen una plataforma de maldad, y que las perversidades abundan, y —en cualquier circunstancia— dañan.
Debiera averiguarse más respecto a la intención de ese corto de teatro, pues sucede que el acoso laboral no es una burla o chiste de ocasión.
Es real, y tan real que se recomienda incluirla en los códigos. Lo que antes era una gracia, ahora un agravio, y no porque el galanteo sea más provocativo.
El macho tiene que entender que la mujer no está suelta en el solar, disponible para capricho o abuso, y que su humor no es tan sumiso como antes.
Las paredes en un tiempo hablaban, ahora gritan con encono, y tan alto que se oye en el pasillo. Además, no se aguantan, ponen querellas y las fiscales tienen que asumirlas.
La credibilidad de la denunciante forma parte del todo incluido.