Janez Jansa: el líder populista que desafía a las instituciones europeas
Janez Jansa deberá guardar una foto de familia incompleta del arranque de la presidencia rotatoria de la UE que ejerce este semestre Eslovenia y que coincide con el 30º aniversario de la independencia del país. Frans Timmermans, vicepresidente europeo, se apeó el jueves del podio en el que posaban todos los miembros de la Comisión Europea y el Gobierno esloveno. Apenas unos minutos antes, en una áspera y larga reunión entre ambos ejecutivos, el primer ministro de Eslovenia había logrado irritar al holandés al atacar a dos jueces y a dos eurodiputados socialdemócratas, todos eslovenos. Ni el bucólico entorno elegido, el castillo y centro de congresos Brdo, cerca de Kranj (Eslovenia), logró relajar un encuentro que solo agrandó la desconfianza hacia Jansa, que tomará las riendas de la UE en plena batalla de Bruselas contra la deriva intolerante de Hungría y Polonia.
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La ley húngara que prohíbe la difusión de contenidos LGTBIQ+ en ámbitos donde haya menores ha disparado las alarmas en Bruselas. No solo por ser una copia de una norma rusa de 2013, sino también porque profundiza en una agenda ultraconservadora con la que ya flirtean otros países. Las intervenciones de Jansa en las cumbres europeas apuntan a que el populista esloveno de derechas está dispuesto a ser un vértice más del llamado Eje de Visegrado. Llegó al poder en marzo de 2020, pero esos 16 meses han sido suficientes para que Bruselas le haya tenido que exigir respeto al Estado de derecho y advertirle por su hostigamiento a los medios de comunicación.
La presidencia del Consejo no da más poder a Eslovenia y, según recuerdan fuentes comunitarias, su actuación estará muy limitada por el parón que suponen las elecciones alemanas de septiembre para las grandes carpetas. El Gobierno de Jansa, no obstante, sí se encargará de organizar reuniones, moderar debates, acercar posiciones, preparar borradores y negociar con el Parlamento Europeo. El líder esloveno se ha fijado dar un empuje a la ampliación a los Balcanes Occidentales como gran prioridad para los próximos seis meses. La Comisión Europea comparte esa meta, pero su presidenta, Ursula von der Leyen, le advirtió de que espera también avances en dos bloques especialmente sensibles: el Estado de derecho y el pacto migratorio. Y en el centro de ambas discusiones están Polonia y Hungría.
Como ya hizo durante la última cumbre de jefes de Estado y de Gobierno, Jansa cerró filas con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán. En un encuentro con periodistas en Eslovenia, al que fue invitado EL PAÍS, el líder esloveno defendió “el derecho” de Orbán de “explicar cómo ve el futuro de la UE”. “Si el debate excluye a algunos por adelantado, la UE seguirá encogiéndose”, avisó el líder esloveno que, como amante de la historia antigua, aseguró que teme que el proyecto europeo corra la misma suerte que el Imperio Romano.
“No somos una colonia”
Jansa, que lidera por tercera vez el Gobierno en Eslovenia, restó importancia a la decisión de Timmermans de retirarse de la foto. Es más, dijo no haber advertido su desplante. El vicepresidente de la Comisión se había indignado durante la reunión que el Ejecutivo comunitario mantuvo con el Gobierno esloveno el jueves, durante la cual Jansa le mostró una fotografía en la que había señalado a dos jueces y dos eurodiputados del grupo socialdemócrata. Según fuentes comunitarias, el líder esloveno se refirió a ellos como “comunistas infiltrados”, lo cual provocó las protestas de Timmermans, líder de la familia socialista europea.
El líder esloveno despachó el incidente con displicencia: “Si no le gusta la verdad, es su problema, no es un problema para la verdad”. Su ministro de Interior, Ales Hojs, fue más lejos y sugirió que “podría llamar cerdo” a alguien que está en “lo alto de la burocracia europea” tras lo que había escuchado el día anterior –según la traducción oficial proporcionada por Eslovenia—. Más tarde, dijo a través de su cuenta de Twitter que no se refería a Timmermans.
Ese no fue el único desencuentro de Jansa con la Comisión, que puso sobre la mesa sus principales inquietudes. Las resumió más tarde Von der Leyen: el respeto al Estado de derecho, la independencia de los jueces y la independencia de los medios. “Para ser muy clara: el diálogo político requiere respeto para todos los partidos políticos democráticos”, remachó. Ante la presidenta de la Comisión el primer ministro se comprometió a cumplir, pero cuando estuvo solo con la prensa se mostró más desafiante. “No somos una colonia ni un miembro de segunda clase. Queremos el mismo trato [que el resto]”, advirtió el líder esloveno, quien se quejó en varias ocasiones del “doble rasero” que, a su juicio, la UE corre el riesgo de aplicar.
Hostigamiento a los medios
La situación de Jansa, sin embargo, dista mucho de la que disfruta Orbán. El esloveno recordó que su homólogo tiene un Gobierno “sólido y estable” respaldado por dos tercios del Parlamento. Él carece de esa fuerza: su partido cuenta con solo 25 de los 90 asientos de la Cámara de su país y la coalición gubernamental no suma una mayoría. Jansa ha tenido que sortear, además, dimisiones y manifestaciones que han debilitado su Ejecutivo. El primer ministro, sin embargo, ha encontrado un enemigo: los medios de comunicación públicos, a los que acusa de izquierdistas.
Las organizaciones internacionales de periodistas han alertado en varias ocasiones sobre el retroceso en libertad de prensa que viene sufriendo el país desde que el líder esloveno asumió el poder el año pasado. Jansa ha atacado a través de las redes sociales a periodistas, ha cortado el grifo a la agencia de noticias pública y, según las ONG, ha dado entrada al capital húngaro en el panorama mediático. En el encuentro mantenido con la prensa, Jansa se limitó a mostrar un vídeo de 16 minutos con una lista de supuestos agravios, entre los que incluye una lista de profesionales que han pasado a la vida política. Al recordarle que él mismo fue periodista y posteriormente pasó a la política, afirmó: “En esos tiempos [cuando ejerció], el periodista era algo más. Era diferente”.
El partido del líder esloveno permanece por ahora en el grupo del Partido Popular Europeo (PPE). Y, según dijo, aún no tiene la intención de formar parte de la alianza de ultraderecha que va conformándose en la UE con partidos como Vox, el Fidesz de Orbán, la Lega de Matteo Salvini o Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen. No obstante, sí auguró cambios “en el futuro” para el PPE. “Debe estar fuerte y en el centro. Si esto no es así, habrá otras alternativas”, agregó. Con Orbán discrepa sobre la distinción entre democracias “liberales” e “iliberales”, porque a su juicio las diferencias están en los rasgos culturales de cada país. Pero incluso para ello tiró de su discurso euroescéptico. “La diferencia está entre la democracia y la burocracia”, concluyó.