Jesús Santrich, el negociador dogmático de las FARC que traicionó el proceso de paz
Guerrillero, presunto narcotraficante y disidente que se apartó del acuerdo de paz que ayudó a negociar para retomar las armas. Jesús Santrich, de 53 años, muerto en Venezuela supuestamente en un enfrentamiento entre bandas armadas, será recordado por el desafiante “quizás, quizás, quizás”, con ritmo de balada, con el que contestó en 2012 cuando le preguntaron si estaba dispuesto a pedir perdón por los crímenes de las que todavía se denominaban como Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Para entonces, apenas arrancaba la negociación entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla más poderosa de América.
Seuxis Paucias Hernández Solarte —el nombre legal de Santrich— fue no solo el “notario” del proceso de paz por parte de las FARC en los diálogos de La Habana, sino el hombre incómodo para los negociadores del gobierno colombiano. “Junto a Iván Márquez armaron un binomio indisoluble y de línea dura en el que Santrich decía lo que Márquez no se atrevía o no podía decir por ser negociador principal del proceso”, recuerda a EL PAÍS Marisol Gómez, veterana periodista que cubrió tanto el conflicto armado como la negociación.
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Santrich perteneció al Bloque Caribe de la guerrilla, y quienes lo conocieron aseguran que perdió la vista a causa de un glaucoma que se agravó al no ser tratado. Era oriundo de Sucre, en el caribe colombiano, estudió Derecho y tenía un posgrado en historia, según lo que él le contó al periodista Rafael Croda en la revista Proceso. Se caracterizaba por su carácter sarcástico y ofensivo. No era parte del Secretariado, la máxima instancia de las FARC, pero tras el desarme de la guerrilla y la creación del partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común –recientemente rebautizado como Comunes– logró integrar la directiva, por encima del propio Márquez. “Por eso era impensable que permaneciera en el proceso de paz cuando Márquez se separó del proceso. No fue una sorpresa que se escapara para estar con él”, apunta Gómez.
Antes de que retomara las armas, el rocambolesco y dilatado ‘caso Santrich’ puso a prueba el acuerdo de paz y tensó al límite a las instituciones colombianas. El guerrillero estuvo un año en la cárcel, pedido en extradición por Estados Unidos, y salió libre por orden del sistema de justicia transicional antes de volver a convertirse formalmente en un prófugo de la justicia.
Santrich aseguraba ser víctima de un “montaje judicial”. La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) ordenó hace dos años su liberación, al aplicar la garantía de no extradición contemplada en los acuerdos debido a falta de pruebas. Según la Fiscalía colombiana, formaba parte de una red que llevaba delinquiendo desde junio de 2017, un semestre después de la firma del pacto, y un juzgado de Nueva York lo señalaba de conspirar para exportar 10 toneladas de cocaína. Sin embargo, nunca remitió el grueso de las pruebas a la justicia transicional. Su liberación provocó una crisis institucional que se saldó con la renuncia del fiscal general, Néstor Humberto Martínez, y la ministra de Justicia, Gloria María Borrero.
Después de salir de la cárcel, Santrich incluso llegó a asumir su escaño en el Congreso, uno de los diez garantizados para el partido heredero de la extinta guerrilla en el acuerdo de paz. Su fugaz presencia en el legislativo provocó un terremoto político en un país de antemano polarizado. Su caso aportó munición de sobra a los críticos del pacto, entre ellos el presidente Iván Duque. El 30 de junio de 2019, en medio de las fricciones políticas, abandonó su esquema de seguridad y desapareció en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de excombatientes de Tierra Grata, un paraje rural en el departamento del Cesar, en el norte del país.
Dos meses después, Colombia confirmó sus peores temores. Iván Márquez, quien fuera el jefe negociador de las FARC en La Habana, reapareció la madrugada del jueves 29 de agosto de 2019 en un video junto a Santrich y otros antiguos comandantes guerrilleros para proclamar que retomaban las armas. “Anunciamos al mundo que ha comenzado la segunda Marquetalia”, afirma Márquez en ese mensaje en referencia al emblemático lugar donde nacieron las FARC hace más de medio siglo. Aunque aseguró que hablaban desde el río Inírida, en la región amazónica del sureste de Colombia, cerca de las fronteras con Venezuela y Brasil, ya desde entonces diversos observadores e información de inteligencia señalaban que el grupo de excomandantes disidentes se refugiaba en territorio venezolano.
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