La UE descarta nuevas sanciones contra Rusia pese a la creciente tensión por Ucrania y Navalni
Los ministros de Exteriores de la Unión Europea, reunidos este lunes por videoconferencia, han expresado su inquietud tanto por la acumulación de tropas rusas en las fronteras de Ucrania como por el deterioro de la salud de Alexéi Navalni, el opositor ruso encarcelado y desde este lunes hospitalizado por su empeoramiento físico. A pesar de ambos focos de tensión, los socios europeos no se plantean de momento nuevas sanciones contra el régimen de Vladímir Putin y confían en que las presiones diplomáticas lleven a Moscú a buscar un entendimiento con el bloque occidental.
El alto representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, ha señalado al término de la reunión del Consejo de Ministros de Exteriores que la situación en la frontera de Ucrania “es muy preocupante”. Borrell ha asegurado, sin identificar la fuente de su información, que el despliegue militar de Rusia en la frontera con Ucrania y en Crimea ya asciende “a más de 150.000 efectivos” y lo ha definido como “el mayor despliegue militar del ejército ruso en toda su historia en la frontera de Ucrania”.
El jefe de la diplomacia comunitaria ha añadido que “incluye hospitales de campaña y todo tipo de material de guerra”, movimientos que han aumentado el riesgo de un choque militar entre Rusia y Ucrania y que hacen temer al Gobierno de Kiev una invasión en las provincias orientales del país como la ocurrida en 2014 en Crimea.
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El ministro ucranio de Exteriores, Dmytro Kuleba, ha participado también por videoconferencia en la reunión y ha informado a los ministros europeos sobre el aumento de víctimas entre las fuerzas de su país durante las últimas semanas. “Cuando se despliegan tantas tropas, el chispazo puede saltar aquí o allá”, ha advertido Borrell.
Pese a todo, las alarmas ante el riesgo de conflagración no han llevado a los ministros europeos a endurecer su posición sobre el Kremlin. Antes del encuentro, se había especulado con la posibilidad de que Polonia plantease la adopción de nuevas sanciones contra Rusia. Y la relación de la UE con Rusia durante el fin de semana tocaba nuevos mínimos, con el empeoramiento del estado de salud de Navalni y el anuncio de la expulsión de 18 diplomáticos rusos de República Checa, después de que Praga acusase a Moscú de estar detrás de una explosión de un almacén de municiones en 2014.
Aun así, la mayoría de los socios comunitarios no consideran oportuno ampliar las sanciones contra Rusia. “Las sanciones no son un fin en sí mismo”, ha señalado la ministra española de Exteriores, Arancha González Laya, al término de la reunión virtual del Consejo. “Evidentemente, si hay actuaciones por parte de Rusia que nos parezcan que necesitan una respuesta, la vamos dando”, ha detallado.
La UE ya redobló el castigo diplomático en febrero, al estrenar con cuatro dirigentes rusos el nuevo régimen europeo de sanciones por violación de derechos humanos. Esos altos cargos, acusados de colaborar en el encarcelamiento de Navalni, tienen prohibido entrar en la UE y se les pueden incautar los bienes de que dispongan en territorio comunitario.
“De momento, no hay movimiento en cuanto a más sanciones contra Rusia”, ha señalado Borrell en rueda de prensa. “Esto puede cambiar, pero la situación actual es la que les digo”, ha zanjado el alto representante.
La UE se limita, por ahora, a pedir a Rusia “una desescalada” de la situación en Ucrania. Y reclama al Gobierno de Putin que permita a Navalni el acceso a un equipo médico “de su confianza”. Los Veintisiete han advertido al régimen ruso que le hacen responsable “de la seguridad y la salud” del líder opositor, encarcelado a mediados de marzo y en huelga de hambre desde hace tres semanas.
Indignación en el Partido Popular Europeo
La pasividad de los ministros ha indignado al Partido Popular Europeo (PPE), el mayor grupo político del Parlamento Europeo. “Decepcionante”, ha señalado ese grupo. Y ha insistido en la necesidad de imponer castigos que golpeen de verdad al régimen de Putin, más allá de la mera prohibición de entrada en la UE a ciertos dirigentes. Los populares apuntan en concreto a la suspensión de las importaciones de gas y petróleo ruso, la exclusión de los bancos rusos del sistema internacional de transferencias Swift y la imposición de sanciones a los magnates cercanos al Kremlin.
Pero los grandes socios de la UE, con Alemania y Francia a la cabeza, prefieren no llegar a un punto de no retorno en el deterioro de las relaciones con Moscú. Berlín y París confían en que Putin vuelva a la mesa de negociación sobre el futuro de Ucrania en el marco del llamado formato de Normandía (compuesto por Rusia, Ucrania, Alemania y Francia).
Fuentes diplomáticas señalan que Putin está buscando poner a prueba al nuevo presidente de EE UU, Joe Biden, y aumentar la tensión entre los socios orientales de la UE para ocultar sus propios problemas internos. El líder ruso afronta unas elecciones legislativas este otoño en las que deberá enfrentarse a una creciente oposición en medio de una grave crisis sanitaria y económica. “Putin se ve vulnerable y, como suele hacer en esos casos, reacciona con un ataque que esconda su debilidad”, apunta una fuente europea. La UE prefiere por ahora responder a la agresiva estrategia del Kremlin con una política de contención que evite choques irreversibles.