Rusia advierte a Ucrania sobre el riesgo de una guerra a gran escala en el Este
Frente a las críticas y llamadas de alerta de Occidente, Rusia se enroca en su gran movilización militar junto a la frontera con Ucrania y ha advertido que la escalada en el conflicto en la región del Donbás —donde el Kremlin apoya militar y políticamente a los rebeldes prorrusos— puede desencadenar una guerra a mayor escala. Mientras, el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha asegurado este lunes que Moscú está bloqueando los intentos de conversar para aliviar las crecientes tensiones, que se han disparado en las últimas semanas con la escalada de combates en el Este y el gran despliegue militar ruso. Zelenski solicitó hace más de dos semanas una llamada con su homólogo ruso, Vladímir Putin, y no ha obtenido respuesta, ha afirmado su Gabinete. Moscú asegura que no tiene constancia de ninguna petición.
El Kremlin ha defendido tajantemente la movilización de sus tropas, la mayor desde 2014, según cálculos de Estados Unidos, y ha reiterado sus acusaciones contra Kiev de “provocaciones peligrosas” en el Donbás. “La tendencia en el comportamiento de la parte ucrania crea el riesgo de una reanudación militar a gran escala”, ha recalcado el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, también ha acusado a Zelenski de emplear el conflicto para obtener réditos políticos. “Puede terminar mal, porque en la búsqueda de restaurar su calificación, el actual régimen de Kiev bien puede estallar en acciones imprudentes”, ha dicho Lavrov en El Cairo, donde está de viaje oficial, según la agencia estatal Tass.
Moscú ha insistido en que la escalada de tensión en Ucrania “justifica las medidas que está tomando Rusia” y ha vuelto a deslizar este lunes la idea de una intervención de Moscú para “defender” a los ciudadanos de habla rusa en Donetsk y Lugansk, las regiones ucranias que viven el conflicto a fuego lento iniciado poco después de que Rusia se anexionara con un referéndum ilegal la península ucrania de Crimea. “Rusia considera importante cuidar los intereses de las personas de habla rusa en todo el mundo”, ha insistido Peskov, que ha afirmado que esos ciudadanos son “rechazados” por Ucrania.
La semana pasada, poco antes de que Peskov lanzase la idea de una “catástrofe humanitaria” en el Donbás, el negociador principal en el proceso de paz de Ucrania, Dmitri Kozak, también justificó una posible intervención para proteger a las personas con doble ciudadanía ucrania y rusa en esa región del Este de Ucrania. Al menos 640.000 residentes en las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk tienen pasaportes rusos, según datos oficiales de la Administración rusa; la mayoría de ellos obtenidos por la vía rápida desde que en 2019 Moscú la posibilitó.
Entretanto, crecen los temores a que la solución a la guerra que se ha cobrado ya unas 14.000 vidas, según la ONU, el último conflicto en activo de Europa, esté cada vez más lejos. El ministerio de Exteriores de Ucrania ha asegurado este lunes que Rusia se ha negado a participar en “consultas” destinadas a reducir las tensiones y le ha acusado de boicotear una reunión de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) el sábado sobre el despliegue de tropas.
Mientras el conflicto se agudiza y Moscú eleva el tono beligerante, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y el secretario general de la OTAN, Jen Stoltenberg, han hablado este lunes de la situación, y han señalado la “necesidad inmediata” de que Rusia “detenga su agresiva concentración militar” en la frontera. Los ministros de Exteriores del G7 y el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, se han mostrado “muy preocupados” y también han pedido este lunes a Rusia que cese las “provocaciones” cerca de la frontera con Ucrania. “Estos movimientos militares a gran escala, llevados a cabo sin notificación previa, plantean una amenaza y desestabilizan la situación. Hacemos un llamamiento a Rusia para que detenga las provocaciones y reduzca inmediatamente las tensiones, de acuerdo con las obligaciones internacionales”, ha dicho el grupo en un comunicado emitido por Reino Unido, que tiene la presidencia de turno del G7.
Rusia, que ha respondido que puede movilizar a su personal de defensa como desee, ha acumulado unos 80.000 soldados en la región fronteriza en un despliegue abierto que incluye tanques y otras unidades de artillería, sistemas de misiles balísticos de corto alcance y el fortalecimiento de la flota en el Mar Negro, según las estimaciones de la compañía de inteligencia militar Jane’s. Miles de soldados se han colocado cerca de la ciudad de Voronezh y también de Rostov del Don, a muy pocos kilómetros de la región del Donbás, donde han llegado también jóvenes cadetes que realizan el servicio militar obligatorio, según han contado fuentes sobre el terreno a este diario.
Ucrania, que ha pedido a la OTAN que acelere su solicitud de membresía, está recabando activamente apoyos diplomáticos frente a Moscú. Este fin de semana, Zelenski se reunió en Estambul con Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, país miembro de la OTAN y que pese a que en los últimos años ha estrechado los vínculos con Rusia no reconoce la anexión de Crimea —que se hizo a través de un referéndum declarado ilegal por la comunidad internacional y con presencia de militares rusos en esa península ucrania— y que ha vendido drones militares a Kiev.
La posibilidad de una nueva compra de material de defensa a Ankara ha encendido a Moscú, que ha pedido a “todos los países responsables” que no “alimenten los sentimientos militaristas” de Kiev. La visita a Ankara tiene, además, otra lectura: en otros escenarios —como en el conflicto de Nagorno Karabaj, donde con su apoyo a Azerbaiyán ha ganado influencia en el Cáucaso— Rusia ha visto cómo Turquía le disputa parte de su poder geopolítico.