Boris Johnson ordena investigar el papel del ex primer ministro David Cameron como asesor de Greensill
El dirigente británico Boris Johnson ha ordenado este lunes una investigación sobre el papel desempeñado por el ex primer ministro conservador David Cameron como asesor de la financiera quebrada Greensill. El político retirado envió solicitudes directas de ayuda económica en nombre de la empresa —a través de mensajes de texto y correos electrónicos— al ministro de Economía, Rishi Sunak, y a otros dos miembros del Gobierno británico. El diario Financial Times fue el primero en señalar la connivencia de Cameron con el banquero australiano, Lex Greensill, y su compañía, especializada en financiación de la cadena de suministro de empresas, o lo que en la jerga financiera se denomina “factoring inverso”. Greensill fue durante años la estrella mimada de las nuevas fintechs (tecnología financiera) en la City londinense.
Cameron, el hombre al que medio país señala como responsable del desastre del Brexit, al impulsar un referéndum que nadie reclamaba con el único propósito de solventar la guerra interna en su partido, había optado en los últimos años por un papel discreto. Más allá de unas memorias publicadas a finales del año pasado, eligió dejar que el recuerdo inmediato de sus años de Gobierno se fuera diluyendo en el imaginario público. Sus negocios privados para, como otros exmandatarios, aumentar de modo considerable su patrimonio personal le han pasado factura.
“He tenido tiempo para reflexionar sobre todo este asunto en profundidad”, ha reconocido Cameron en el primer comunicado público sobre el escándalo, emitido este domingo. “Y se pueden extraer lecciones importantes. Como ex primer ministro, debo aceptar que las comunicaciones con el Gobierno necesitan ser realizadas a través de los canales más formales posibles, para no dar cabida a posibles interpretaciones erróneas”, ha señalado.
En 2016, Greensill comenzó a rozar el borde del abismo. Un número inesperado de pequeñas empresas dejó de cumplir con sus pagos y provocó pérdidas de más de 45 millones de euros en la financiera. Lo más grave, sin embargo, fue el descubrimiento del mecanismo puesto en pie en complicidad con Sanjeev Gupta, el llamado “barón del acero británico”, para crear un triángulo de beneficios mutuos. La principal actividad de Greensill era adelantar a los proveedores los pagos de sus clientes, pero acabó convirtiéndose en una forma no regulada de financiación —la llamada “banca en la sombra”—. Un modo de adelantar dinero por futuros contratos. Gupta obtenía fondos a través de contratos de suministro con empresas de su propio conglomerado, que da empleo a más de 35.000 trabajadores. Destinaba luego el dinero a esas mismas empresas, y generaba con sus compromisos la mayor parte de los ingresos —hinchados— de Greensill. Las autoridades regulatorias de Alemania pusieron en marcha una investigación a principios de año a la que se sumó poco después el regulador británico.
Cameron, que había utilizado los servicios de Greensill en varios programas públicos durante sus años al frente del Gobierno británico, fue contratado como asesor de la compañía al abandonar Downing Street. “Mis responsabilidades incluían ofrecer asesoramiento geopolítico a la dirección de la empresa, ayudarles en la consecución de nuevos negocios, pronunciar discursos en sus conferencias y congresos y contribuir en sus planes de expansión internacional”, se ha justificado el ex primer ministro conservador en un comunicado que no ha convencido a nadie y ha hecho levantar más de una ceja entre sus compañeros conservadores y la oposición laborista.
Cameron reclamó, a través de textos directos, al ministro Sunak que le ayudara a conseguir para Greensill parte de los fondos de urgencia que el Banco de Inglaterra puso en marcha durante la crisis desatada por la covid-19. “El primer ministro ha mostrado un importante interés en este asunto”, ha dicho un portavoz de Downing Street, “y ha ordenado una investigación para asegurar que el Gobierno es absolutamente transparente en actividades de este tipo, y que la ciudadanía compruebe por sí misma que se usa convenientemente el dinero de los contribuyentes”, ha añadido.
La comisión independiente que rastreará las actividades de Cameron estará presidida por Nigel Boardman, un experto jurista que fue durante años socio del bufete internacional Slaughter and May y en la actualidad es director no ejecutivo del Ministerio de Comercio, Energía y Estrategia Industrial. No está todavía claro si dispondrá de capacidad para forzar la comparecencia de testigos en su investigación, pero el Gobierno ha dejado ya claro que le permitirá el acceso a toda la documentación oficial que requiera.
El Partido Laborista ha anticipado, poco después de su publicación, que no se daba por satisfecho con las explicaciones vertidas por Cameron en su comunicado de 1.700 palabras. “Han quedado sin responder muchos y serios interrogantes, y exigimos que el ex primer ministro comparezca ante el Parlamento para que toda la información vea la luz”, ha dicho la portavoz del principal partido de la oposición, Rachel Reeves. El más duro en su intervención ha sido otro antiguo residente en Downing Street, Gordon Brown, que ha exigido un endurecimiento de las reglas sobre las prácticas de los lobbies (grupos de presión) en el Reino Unido. El espectáculo de gobernantes ya retirados utilizando su prestigio e influencia para favorecer a empresas privadas y obtener ingresos privados “simplemente hunde en el desprestigio a la política”, ha dicho.
Aunque Greensill nunca llegó a obtener los préstamos facilitados por el Banco de Inglaterra, sí obtuvo ayuda financiera a través de otro programa puesto en marcha por el Gobierno para conceder avales crediticios a grandes empresas.
Con su pronta decisión de escrutar las maniobras de quien fuera su jefe y predecesor, Johnson se cobra una particular venganza personal. Cameron acusó al actual primer ministro en sus memorias, For the Record (Para que conste en acta), publicadas el pasado septiembre, de sumarse al campo de los defensores del Brexit, en el referéndum de 2016, para promocionar su propia carrera política. “Boris se montó en el autobús [de la campaña a favor de abandonar la UE] para recorrer todo el país, pero prefirió dejar la verdad en casa”, escribió Cameron.