El Parlamento de Irak aprueba su disolución para que se celebren elecciones anticipadas en octubre
El Parlamento de Irak ha aprobado su disolución el próximo 7 de octubre con la condición de que las elecciones legislativas se celebren el día 10 de ese mismo mes, tal como había propuesto el Gobierno. La votación se produjo el miércoles por la noche, en la misma sesión en la que se aprobó el presupuesto para este año con un elevado déficit para hacer frente al bajo precio del petróleo.
El adelanto de los comicios era una demanda del movimiento de protesta que tomó las plazas de Irak a finales de 2019. La presión de los manifestantes llevó a la dimisión del entonces primer ministro Adel Abdelmahdi. Varios meses después, le remplazó Mustafa al Kadhimi quien se mostró favorable a celebrar unas elecciones anticipadas, pero se encontró con el rechazo de la mayoría de los grupos políticos, temerosos de ser castigados en las urnas y perder el acceso a los fondos del Estado que obtienen con el reparto de ministerios.
Eso ha obligado al equipo de Al Kadhimi a “negociar bajo cuerda”, confía un iraquí conocedor de los entresijos, quien no descarta que “haya sido parte del acuerdo para lograr la aprobación de alguno de los apartados del presupuesto”. De hecho, Al Kadhimi propuso inicialmente la fecha del 6 de junio, justo un año antes de que concluya la actual legislatura, pero tuvo que retrasarla hasta el 10 de octubre porque la Comisión Electoral le pidió más tiempo para preparar la cita en las urnas.
Ambos asuntos, elecciones y presupuesto, son las dos caras de la moneda del descontento popular que estalló en octubre de 2019 y que quedó acallado por la violenta represión de las milicias, primero, y la pandemia, después. Los manifestantes protestaban contra la falta de oportunidades económicas y de servicios, la corrupción endémica y la influencia de los intereses sectarios. En su punto de mira estaban las élites políticas, en especial los diputados, a quienes acusaban de malgastar los ingresos del petróleo en su propio beneficio.
El coronavirus y la caída de los precios del petróleo han agravado lo que ya era una situación insostenible hace dos años. De ahí que Al Kadhimi haya presentado para 2021 un presupuesto expansivo de 130 billones de dinares (76.368 millones de euros), con un déficit récord de 28,7 billones de dinares. Se trata de un gran avance después de que el Parlamento fuera incapaz de aprobar el presupuesto de 2020 y tuviera que aprobar una ley de emergencia para que el Gobierno pudiera solicitar préstamos fuera del país.
Irak, que ha calculado un precio de 45 dólares el barril de crudo para el año en curso, depende del petróleo para financiar el 97% de sus gastos. Además, su compromiso con la OPEC+ para limitar su producción también ha reducido sus ingresos.
Inversión saudí
Al Kadhimi, que ha intentado atraer inversión extranjera a su país, se encuentra precisamente de visita oficial en Arabia Saudí, donde se ha anunciado la creación de un fondo conjunto para estimular el desarrollo del sector privado. De acuerdo con la prensa saudí, el Reino del Desierto va a poner 3.000 millones de dólares en ese fondo.
Además de asuntos económicos, Al Kadhimi ha abordado la seguridad, un asunto que preocupa especialmente a los gobernantes saudíes, muy recelosos de la influencia de Irán a través de las milicias chiíes iraquíes. “Irak nunca será una rampa de lanzamiento para ataques contra Arabia Saudí”, ha asegurado el primer ministro iraquí.
Tras el bombardeo contra la refinería de Abqaiq y el campo de petróleo de Khurais, hubo especulaciones de que algunos de los drones explosivos habían salido de Irak. A principios de este año, un grupo desconocido Brigadas de la Verdadera Promesa (que los expertos en seguridad consideran una tapadera para las milicias proiraníes) se atribuyó un ataque sobre Riad.