Netanyahu busca la mayoría absoluta para la derecha tras la vacunación masiva contra el coronavirus
Los israelíes votan este martes por cuarta vez en dos años en otro intento por desbloquear una crisis política interminable. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, busca consolidar la mayoría absoluta a toda costa junto a partidos aliados de la derecha religiosa. Para garantizarse la reelección confía en el éxito de la masiva campaña de vacunación contra la covid-19 en Israel, que ya ha inmunizado a más de la mitad de la población, a pesar de estar procesado por corrupción.
La reactivación plena de la economía y el retorno a la normalidad después de un año de pandemia, mientras en Europa y Estados Unidos se siguen multiplicando los contagios, es la gran baza que Netanyahu esgrime ante las urnas. Entre los más de nueve millones de israelíes solo se registraron el domingo 285 nuevos casos de infección por coronavirus, con una tasa de positividad del 1,7% de las pruebas de detección efectuadas. Más de 4,5 millones de ciudadanos disponen ya del “pase verde” o certificado vacunal que ofrece un salvoconducto a la vida cotidiana de antaño. Tan solo la obligatoriedad de las mascarillas y algunas restricciones de aforo recuerdan que la crisis sanitaria aún no ha sido vencida.
Los ecos de la multitudinaria manifestación del pasado fin de semana para exigir la dimisión de Netanyahu se acallaron este lunes en Jerusalén, al cierre de una campaña de perfil bajo, tanto desde la mayoría como desde la oposición, que amenaza con desembocar en una elevada abstención, según los analistas demoscópicos. El jefe del Gobierno y cabeza de lista del conservador partido Likud se dio un baño de masas en un mercado de la Ciudad Santa. “Nos faltan solo dos escaños [para la mayoría absoluta de la derecha]”, arengó al público a votarle emulando a los vocingleros vendedores de las antiguas galerías de alimentación Mahane Yehuda.
En la víspera de las votaciones, el gobernante conservador hizo también un guiño a los 450.000 colonos de Cisjordania. Visitó el asentamiento de Revava, al suroeste de Nablus, en el comienzo de las obras de nuevas viviendas en territorio palestino ocupado. Netanyahu se ha mostrado ambiguo durante la campaña sobre el cumplimiento de su vieja promesa de anexionar a Israel una tercera parte de Cisjordania: las colonias judías y el valle del Jordán. Por un lado, el pacto de normalización de relaciones con Emiratos Árabes Unidos, suscrito en septiembre en la Casa Blanca, le obliga a suspender la llamada “extensión de la soberanía”. Y por otro, la anexión supone una línea roja trazada por el actual presiente de EE UU, Joe Biden, que Israel no debe atravesar.
“Estas cuartas elecciones en dos años exponen al Estado de Israel a una trascendental encrucijada. La histórica atomización partidaria se ha convertido en una dicotomía frente al personaje de Netanyahu”, destaca el analista político Daniel Kupervaser sobre el carácter personalista de los comicios. “Su alianza con grupos radicales judíos, junto con los intentos de destrucción del sistema judicial que preconizan, representa un desafío sin precedentes”, advierte sobre la reforma del poder judicial, caracterizado por su estricta independencia, que preconizan sus partidarios.
Frente a los 30 diputados asignados al Likud por los últimos sondeos publicados, el partido centrista Yes Atid (Hay Futuro), liderado por el expresentador de televisión Yair Lapid, encabeza con 20 parlamentarios el frente de la oposición en las elecciones para una Kneset (Parlamento) de 120 escaños. Mientras el primero parece tener garantizado el respaldo de otros 30 votos de fuerzas ultraortodoxas y de extrema derecha judía, el segundo debe afrontar el difícil empeño de coordinar a una decena de partidos, algunos de los cuales se hallan situados en las antípodas de la Cámara.
Dificultades para una coalición alternativa
“Las encuestas de intención de voto predicen un empate entre los dos bloques —a favor y en contra del primer ministro— que probablemente será dirimido por pequeños porcentajes de votos”, puntualiza Kupervaser. “Ante las enormes dificultades previstas para formar una coalición gubernamental alternativa, hay medios informativos israelíes que transmiten ya la sensación de que la victoria será para Netanyahu”.
En medio de la incertidumbre que representa el alto porcentaje de indecisos en los sondeos y el temor a una caída de la participación a causa de la pandemia, el escenario más previsible tras las legislativas en Israel es el de la formación de un Gobierno de derechas puro. Entre 2015 y 2019 Netanyahu estuvo al frente de una coalición de partidos ultrarreligiosos y de extrema derecha en la que figuraba una pequeña formación centrista.
En un acuerdo que no tendría precedentes desde del nacimiento del Estado hebreo, hace 73 años, espera sumar hoy el apoyo de los jaredíes y del sionismo extremista, que incluye a supremacistas judíos. La derecha radical encabezada por el exmininistro Nefatli Bennett parece haberse decantado también a su favor al declarar que no pactará con el líder del centroizquierda Lapid. Los sondeos apuntan a un empate técnico en las legislativas de este martes con el bloque el heterogéneo bloque de la oposición.
“Israel está polarizado por la tragedia a la griega de su líder”
El exparlamentario de centroizquierda Manuel Trajtenberg, nacido en Argentina en 1950 y que emigró al Estado judío a los 16 años, es un economista formado en la Universidad de Harvard a quien el primer ministro Benjamín Netanyahu encargó hace una década buscar una salida a la mayor crisis social vivida en Israel en décadas. Recibió el encargo de diseñar el programa para superar la escalada del coste de la vida que desencadenó el movimiento de los indignados de 2011, con acampadas de miles de jóvenes en Tel Aviv.
“Los precios se estabilizaron tras las medidas liberalizadoras que fueron aprobadas, menos los de la vivienda, que aún siguen al alza”, relata este experto, convertido ahora en el primer economista en dirigir el prestigioso Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de la Universidad de Tel Aviv, gestionado antes por un general del Ejército. “Querían incorporar las investigaciones sociales a la agenda”, precisa.
“Después de medio siglo de obsesión por la seguridad, la sociedad israelí ha comenzado a tomar conciencia de la importancia de las cuestiones económicas, como la gran desigualdad que existe, pero aún no lo suficiente”, explica. “El cambio de foco hacia los temas sociales se ha visto condicionado ahora por la pandemia”.
Trajtenberg dirigió a partir de 2006 la comisión económica del Gabinete interno del primer ministro Ehud Olmert, y a partir de 2009 trabajó en ese mismo puesto para Netanyahu durante sus dos primeros Gobiernos con partidos centristas. Dejó la Kneset (Parlamento) en 2017 después de tres años en la oposición para regresar a su puesto de profesor en la Universidad de Tel Aviv.
La convocatoria de unas cuartas elecciones en dos años —“que nadie quería”, asevera— y la amenaza de unas quintas en otoño —“lo que sería inconcebible”— responde, a su juicio, a la polarización de Israel en torno a la figura de Netanyahu, cuya supervivencia o no en el poder se ha convertido en la única cuestión que se debate en las urnas. “Es una polarización personal, no ideológica, a causa de la tragedia griega que vive un líder para seguir en el poder”, sostiene Trajtenberg. “Nadie se acerca ni de lejos a su capacidad política, como ha demostrado en la campaña de vacunación, pero cree que él es el Estado y confunde su interés particular con el general”, puntualiza. Considera que la raíz de la crisis que divide el país en dos campos enfrentados se halla en la ausencia de un sucesor de su estatura política para dirigir el Gobierno. “Las cosas acabarán cambiando algún día, y los partidos deberán de dejar la deriva personalista y regresar a los programas con alternativas ideológicas”, pronostica. “La gente ya está harta y los problemas económicos derivados de la pandemia no tardarán en aparecer”, alerta.
Trajtenberg estima que es difícil que de las cuartas elecciones surja una salida estable, aunque confía en que los partidos encontrarán alguna “fórmula de transición” para poder abordar las asignaturas pendientes de Israel. “La fractura con los ultraortodoxos, que han ignorado las medidas contra la covid-19, ha generado un profundo resentimiento entre los laicos”, asegura, “que será difícil de superar”.
Sobre la cuestión palestina, considera que está relegada “en las prioridades de los israelíes”.