¿Qué quieres, Europa?
Hacia 1900 toda Europa leía los mismos libros, tocaba las mismas piezas musicales, reproducía para sus hogares los mismos cuadros y se embelesaba con las mismas óperas. A lo largo del siglo XIX, el ferrocarril fue diluyendo las fronteras y los tiempos, acercando artistas de todo tipo a públicos de todo el continente. Y las leyes del mercado abarataron ediciones, fomentaron las traducciones, inventaron los derechos de autor, impulsaron el fenómeno de los fans, popularizaron nuevos formatos de arte, música y literatura para llenar los salones de una nueva clase media ávida de estatus. El tren y …
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