Familia que se vacuna unida…
La tercera y cuarta edad ( y no pregunten los años ) dieron la talla con la vacunación contra el COVID-19, desmintiendo una narración fementida.
No puede atribuirse esta virtuosa ocasión a la logística oficial, sino a un sentido imposible, pero que resultó espléndido: la ternura del hijo o del nieto.
El viejito, dicho cariñosamente, no podía valerse por sus propios medios, pero encontró la solícita asistencia del familiar.
Fue una conducta ejemplar que se quisiera reproducir con la segunda y primera edad (tampoco pregunten años), aunque se teme sea apuesta ciega.
Los norteamericanos tomaban para sí la fama de los buenos actos. “Solo en Améric ” suelen decir. Ahora tendrán que admitir “También en Dominicana ”.
Esa ayuda estratégica de hijos y nietos fue admirable, porque padres y abuelos no necesitaron de costosas campañas.
Solo una réplica hermosa que recrea dos capítulos importantes de la vida. El adulto de la casa llevó al niño a vacunarse, en otro tiempo, el niño ahora adulto devuelve el gesto, en este tiempo.
Asimilando un antiguo mantra puede afirmarse que familia que se vacuna unida, permanece viva, como gracia especial.