Arabia Saudí obvia el cambio de tono de EE UU

Arabia Saudí obvia el cambio de tono de EE UU
El rey Salmán de Arabia Saudí con Joe Biden en 2011, cuando éste era vicepresidente de Estados Unidos, en Riad.Hassan Ammar / AP

Arabia Saudí ha evitado cualquier reacción pública al cambio de tono de Estados Unidos en la relación bilateral. De momento, los dirigentes del reino están sopesando no solo el ángulo del giro, sino el resto de los movimientos de la nueva Administración norteamericana en Oriente Próximo. A la espera de que Washington haga público el informe de la CIA que vincula al príncipe heredero Mohamed Bin Salmán con el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, portavoces y medios de comunicación saudíes destacan los intereses comunes y eluden hablar de las diferencias.

El comunicado de Riad sobre la conversación que el rey Salmán de Arabia Saudí y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, mantuvieron el jueves por la noche destaca “la profundidad de las relaciones entre los dos países y la importancia de fortalecer los lazos entre ambos para servir a sus intereses y alcanzar la seguridad y la estabilidad en la región y en el mundo”. Entre los temas que abordaron resalta “el comportamiento de Irán en la zona, y sus actividades desestabilizadoras y en apoyo de grupos terroristas”.

También subraya que el monarca agradeció a Biden “el compromiso de EE UU de defender al reino frente a tales amenazas y asegurar que no se va a permitir que Irán se haga con armas nucleares”. Ni una palabra sobre derechos humanos o sobre la reciente liberación de la activista Loujain al Hathloul y de dos ciudadanos con doble nacionalidad estadounidense y saudí, que recogía el texto difundido por la Casa Blanca. Ese silencio es el que pone de relieve las diferencias entre Riad y Washington que el nuevo presidente ha sacado a la luz.

Cómo van a traducirse dichos desacuerdos en las relaciones bilaterales a partir de ahora depende en gran medida de la esperada publicación del informe Khashoggi, al que ninguno de los comunicados hace referencia. Ese documento, preparado por la Oficina del Director de Inteligencia Nacional de EE UU, incluye un resumen de lo descubierto por los servicios secretos de ese país sobre el asesinato del periodista saudí durante una visita al Consulado de su país en Estambul en 2018.

De acuerdo con informaciones difundidas en su día por varios medios estadounidenses, la CIA llegó a la conclusión de que el príncipe Mohamed, heredero e hijo favorito del monarca saudí, estuvo implicado en el crimen. Ese resultado se veía explosivo ante el poder acumulado por el hombre destinado a regir los destinos del reino durante los próximos decenios. Con una atractiva agenda modernizadora, el impetuoso príncipe, que hoy tiene 35 años, había desplazado a cualquiera que pudiera hacerle sombra en su camino al trono y se había convertido en el gobernante de hecho.

A pesar de las peticiones de congresistas y grupos de derechos humanos, la Administración de Donald Trump se negó a publicar una versión expurgada del informe completo, catalogado como secreto, para preservar la cooperación bilateral y promover la venta de armas estadounidenses al reino. Desde entonces, el príncipe Mohamed, conocido como MBS, ha asumido la “plena responsabilidad como líder”, pero ha negado haber ordenado el asesinato, que ha calificado de “crimen odioso”. No está claro hasta qué punto la versión desclasificada del informe aporta más detalles sobre su implicación.

Lo que sí es un hecho es que el presidente Biden ha decidido evitarle como interlocutor y hablar directamente con el rey, a diferencia de Trump que confiaba la relación bilateral a los contactos personales entre su yerno, Jared Kushner, y MBS. Arabia Saudí no ha comentado ese detalle de protocolo. Sin embargo, algunos observadores han visto en el retraso de la conversación entre Biden y Salmán, un posible desaire del heredero. La llamada del presidente, anunciada para primera hora del miércoles, no se produjo hasta un día y medio después. Según The Guardian, la Casa Blanca tuvo dificultades para contactar con el monarca. El príncipe, a quien se atribuye el control de acceso a su padre, dejó saber que se había estado operando de apendicitis por laparoscopia con unas imágenes de su salida del hospital.

Pero más allá de los formalismos y las pullas, el hombre fuerte saudí y sus asesores están observando con atención si Biden va a cambiar la estrategia de Estados Unidos en Oriente Próximo, sobre todo con respecto a Irán. En ese sentido, el bombardeo a milicias aliadas de Teherán en Siria, el mismo jueves por la noche, resulta algo más que un mensaje a los ayatolás por los ataques que sus correligionarios lanzan contra las fuerzas estadounidenses en Irak.

“Biden ha indicado a Arabia Saudí y a los emiratíes que no está ansioso por establecer lazos cordiales con Irán; que todavía está de su lado a pesar de que haya suspendido la venta de armas” [para la guerra en Yemen], señala en un artículo el analista de seguridad Brian M. Downing.

Así parecen entenderlo ambos países. “La Administración Biden está haciendo lo correcto con Irán en términos de priorizar la diplomacia”, declaró Anwar Gargash, asesor diplomático del presidente de Emiratos Árabes Unidos, durante una intervención ante el Brookings Institute el jueves. Del mismo modo, la prensa saudí destaca los contactos entre su ministro de Exteriores, el príncipe Faisal Bin Farhan, y el secretario de Estado, Antony Blinken.

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