El 62% de los peloteros criollos no juega más de cinco años en MLB
¿Por qué un joven prospecto dominicano en el sistema de ligas menores compromete tanto de sus eventuales ingresos a cambio de un préstamo a tasa de usura, sin importar que sea un jugador con las proyecciones de Rafael Devers, Miguel Sanó, Maikel Franco o Fernando Tatis Jr.?
La pregunta la hacen millones de seguidores del béisbol sorprendidos con las fortunas que pueden llegar a pagar estos jóvenes si se cumplen los pronósticos, como el caso de Tatis y lo que promete Devers.
La respuesta puede estar en los bajos salarios en las “fincas”, pero que jugadores como los arriba mencionados, que recibieron bonos de seis y siete dígitos al firmar, da la razón a los que sostienen que la explicación se encuentra en la corta vida de la mayoría de peloteros en las Mayores.
Entre 1956 y 2014 llegaron al Big Show 634 dominicanos, según la lista que aprueban los historiadores locales y 619 según Baseball-Reference, que solo incluye a los nativos. De ese grupo 495 ya habían terminado su carrera o no han vuelto a jugar en la liga. DL repasó la trayectoria de esos 495 criollos y encontró que solo 189 aparecieron en más de cinco temporadas, el 38%. Es decir, hubo 306 (o el 62%) que se quedaron a mitad del trecho que la Asociación de Escritores de Béisbol de América exige como requisito mínimo para valorar una carrera de inmortal.
Desmenuzar las cifras arroja datos más reveladores. Hubo 183 quisqueyanos que aparecieron menos de dos años y otros 31 alcanzaron afigurar en una cuarta temporada. Apenas 88, o el 17%, tiene en la espalda de su postalita 10 campañas.
El dinero
Mientras un pelotero no cumple los tres años de servicio (un año equivale a aparecer en el roster activo 172 días) está sujeto a ganar el salario mínimo. En 2019, la última campaña completa, esa cifra se fijó en US$555,000 por la campaña o US$16,755 por cada día en nómina. Es entre el tercer y sexto año de servicio cuando el atleta puede discutir su sueldo ante un árbitro independiente antes de quedar libre a los 30 equipos, salvo un despido.
Si bien los prospectos cotizados suelen recibir tentadoras ofertas para conseguir extensiones que adelanten ese proceso y se consiga más dinero delante, no siempre son las más convenientes y a menudo no llegan. Marcell Ozuna quería una desde 2014 y no fue sino este 2021 cuando acaba de conseguir un pacto multianual.
José Ramírez, un finalista a dos premios MVP, aceptó la suya por cinco campañas y US$26 millones en 2017, una ganga para los Indios, ya que si el banilejo hubiese aplicado a esperar a arbitraje pudo haber duplicado ese pago y entrar a la agencia libre el pasado otoño con números para buscar sobre los US$100 MM.
Teoscar Hernández, firmado por solo US$20,000 en 2011, llegó a Las Mayores en 2016, lleva tres temporadas como regular con números de 33 jonrones y 80 empujadas por 162 partidos y será este 2021 que finalmente verá en sus cuentas depósitos de siete dígitos.
Maikel Franco firmó en 2010 por US$100,000 y ya en 2014 estaba en el equipo grande de los Filis. En 2016 aceptó vender el 10% de sus futuros salarios por US$4,3 millones con los que pudo protegerse ante un posible descenso en su cotización, como ha ocurrido. A la fecha no tiene trabajo para 2010 y solo ha pagado un 23% del dinero hipotecado, sin mayor compromiso a cancelar el restante.
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