Tiger Woods: ¿Llegó la hora de la despedida de un grande?
Los daños sufridos por la parte delantera de la camioneta reflejan solo una parte de la historia. La policía contó el resto. Tiger Woods tenía suerte de estar vivo, dijeron los agentes, y se lo debía a la tecnología moderna y a una buena dosis de fortuna.
La buena noticia es que Woods había sobrevivido luego de ser sacado de entre los escombros del vehículo tras accidentarse en Los Ángeles. Aunque sufrió lesiones severas, incluidas varias fracturas en una pierna, y tendrá una convalecencia prolongada.
Tiger Woods tenía suerte de estar vivo y se lo debía a la tecnología moderna y a una buena dosis de fortuna
Otro aspecto alentador es que no hay indicios de que Woods estuviese impedido de algún modo al producirse el accidente, un elemento importante en vista de sus antecedentes.
La mala noticia es que la carrera de golfista más grande de la historia —al menos en los grandes torneos— seguramente llegó a su fin.
Volver de su reciente operación en la espalda a los 45 años ya iba a ser problemático. El propio Woods había dicho que no había garantías de que podría regresar.
Agréguele a esto las serias lesiones de su accidente y el retorno parece imposible.
La foto del martes 23 de febrero muestra el vehículo en que se accidentó Tiger Woods en Rancho Palos Verdes, California (AP/Marcio José Sánchez)
Woods no es Ben Hogan, quien regresó tras sufrir un accidente que casi le cuesta la vida en 1949 para ganar el US Open al año siguiente. Hogan era nueve años menor, no tenía un historial de operaciones en las rodillas y la espalda ni debía que hacer grandes esfuerzos para sacar tiros largos como los de sus rivales.
Woods ya se mostraba frágil y muchos se preguntaban si podría volver a jugar al máximo nivel. Tal vez tenga la misma determinación de Hogan en su batalla contra la adversidad, pero hay un límite para lo que podrá hacer con un cuerpo tan golpeado.
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Tiger Woods durante la primera ronda del torneo PNC Championship en Orlando, Florida, el 19 de diciembre de 2020. (AP/Phelan M. Ebenhack, archivo)
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Un camión grúa se lleva lo que queda de la camioneta de Tiger Woods tras rodar por un barranco en Rancho Palos Verdes, en Los Ángeles, el 23 de febrero del 2021. (AP/Ashley Landis)
Esto quiere decir que el récord de Jack Nicklaus de 18 títulos grandes ya no corre peligro. Que la afición no volverá a disfrutar una victoria como la del Masters del 2019.
Y que el golf no generará tanto entusiasmo por bastante tiempo.
El accidente en una carretera cuesta abajo del exclusivo barrio de Rancho Palos Verdes fue asombroso. Pero eso no debería llamar tanto la atención, ya que fue la tercera vez en una docena de años en que Woods fue extraído de vehículos accidentados en distintos grados de aflicción, un patrón preocupante que comenzó con un encuentro con su hoy exesposa en su mansión de la Florida en el 2009.
Hace cuatro años fue hallado desvanecido en su auto en una autopista de la Florida, con el motor encendido. Inicialmente se lo acusó de manejar impedido, pero después se negoció un cargo menor.
El interrogante que surge ahora es cómo hizo para perder el control de una camioneta Genesis nueva, un día despejado en la costa californiana, en un incidente que bien pudo matarlo, según un policía que dijo que tenía suerte de estar vivo.
De repente, la emocionante victoria del Masters del 2019 parece algo muy lejano.
Woods hizo cosas inimaginables en los campos de golf a lo largo de su carrera. Presencié muchas de ellas, desde su primera victoria en el Circuito de la PGA en Las Vegas en 1996 hasta su coronación en el Masters de hace dos años, para muchos una de las grandes epopeyas deportivas de nuestros tiempos.
Asomó como un joven prodigio y llegó a ser un grande a fuerza de victorias, hasta que un escándalo le costó su matrimonio y muchos admiradores. El escándalo y las lesiones le pasaron factura y nunca volvió a ser el mismo, pero su quinto título del Masters lo hizo más popular que nunca.
Ese día Woods abrazó a sus hijos en el 18vo hoyo, con el mismo fervor con el que festejó su título de 1997, en que fue el jugador más joven en la historia en alzarse con el Masters. Parecía estar recuperando su nivel y su capacidad de conectarse con los demás. Sonreía más y la firma de autógrafos ya no parecía una carga, como a lo largo de su carrera.
El domingo asistió al Genesis Invitational en el vecino Riviera Country Club, donde hacía de anfitrión. No podía jugar por su lesión en la espalda, pero fue entrevistado por CBS y cuando le preguntaron si creía que podría estar en el Masters, respondió “espero que sí”.
No volverá este año al Augusta Nacional. Y lo más probable es que nunca lo haga.
Una cosa es segura: El golf no volverá a ser el mismo sin él. El deporte sobrevivirá, pero cuesta imaginarse la llegada de un jugador que trascienda el golf como lo hizo él.
Lo único que importa ahora, no obstante, es que Woods también sobrevivió.