El compromiso con la ONU sobre las inspecciones nucleares desata una tormenta política en Irán

El compromiso con la ONU sobre las inspecciones nucleares desata una tormenta política en Irán

El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) ha logrado un entendimiento con Irán que amortigua el efecto de la restricción a sus inspecciones. Aunque Teherán no ha retirado su ultimátum de reducir la cooperación con ese organismo de la ONU a partir de este martes, las dos partes han acordado mantener la vigilancia necesaria durante tres meses, anunció el director general del OIEA, Rafael Grossi, el domingo por la noche a su regreso a Viena. Eso da margen para desbloquear el acuerdo nuclear de la República Islámica con las grandes potencias. Sin embargo, el arreglo ha desatado una tormenta política en este país.

El Parlamento iraní, dominado por los ultraconservadores, ha interrumpido este lunes el debate sobre los próximos presupuestos para abordar el asunto. Numerosos diputados han criticado el compromiso y han pedido que se enjuicie al presidente Hasan Rohaní por burlar la ley que aprobaron el pasado diciembre exigiendo que se limitaran las inspecciones del OIEA. El Gobierno, por su parte, dice haber conseguido “un resultado diplomático significativo”.

“Lo que se ha hecho está totalmente dentro del marco de la legislación del Parlamento”, ha declarado el portavoz de Exteriores, Saeed Khatibzadeh, citado por la cadena iraní en inglés PressTV. “No se han hecho concesiones a Estados Unidos”, ha insistido.

El breve comunicado conjunto asegura que Irán y el OIEA han alcanzado “un entendimiento técnico bilateral temporal, compatible con la ley [del Parlamento iraní], por el cual el OIEA continuará con las actividades de verificación y monitoreo necesarias hasta tres meses (según un anexo técnico)”. Aunque no queda claro cómo va a hacerse compatible la vigilancia con la anunciada restricción de acceso a los inspectores, da la impresión de que la visita de Grossi ha permitido que Teherán encuentre una fórmula para eludir su ultimátum al respecto.

La Organización de la Energía Atómica de Irán ha explicado en una nota que recogen los medios iraníes que Teherán “va a mantener la información de los equipos de vigilancia [grabaciones de cámaras] durante tres meses sin dar acceso a las cintas al OIEA”. El destino de esas imágenes dependerá de si Estados Unidos levanta las sanciones: en ese caso, Irán las entregará a los inspectores; si no, las destruirá.

“Lo que hemos logrado es algo viable, útil para salvar la brecha que teníamos, salva la situación por ahora. Pero por supuesto, para una solución sostenible y estable tiene que haber una negociación política que no me compete”, declaró el director del OIEA. Sus palabras dan a entender que el arreglo abre una oportunidad para rescatar el acuerdo nuclear que Irán firmó en 2015 con las grandes potencias.

Ese es el trasfondo del problema. Desde que Estados Unidos abandonó ese pacto en 2018 (y reimpuso sus sanciones), Teherán viene respondiendo con un goteo de crecientes incumplimientos. El último anunciado es precisamente el cese de las visitas sorpresa (en realidad, con un breve preaviso) de los inspectores de la ONU a sitios no declarados que aceptó a la firma del acuerdo nuclear. El Parlamento iraní decidió suspenderlas como medida de presión para que EE UU le levante las sanciones. Eso no equivale a abandonar el Tratado de No Proliferación, que permite al OIEA la vigilancia de sus instalaciones nucleares declaradas, y de hecho el número de inspectores destinados a Irán permanece invariable.

La importancia del compromiso negociado por Grossi está más en el contexto que en su contenido técnico. El nuevo presidente de EE UU, Joe Biden, ha expresado su intención de reactivar el acuerdo nuclear, algo que también desea el Gobierno iraní. Sin embargo, cada uno espera que el otro dé el primer paso. Cualquier avance que pueda desbloquear esa situación cuenta. El margen de tres meses ganado por el OIEA (incluso si bordea la letra de lo pactado) se suma a otros gestos que puede ayudar a crear confianza.

El portavoz de Exteriores iraní también confirmó que Estados Unidos ha “empezado a comunicarse” con Irán sobre un eventual canje de presos, como avanzó la víspera el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan. “Hemos recibido algunos mensajes a través de la Embajada suiza en Teherán y de ministros de Exteriores de varios países de que la nueva Administración de EE UU está dispuesta a abordar el asunto. Hemos respondido por la misma vía que nuestra oferta de hace dos años en Nueva York sigue en pie”, señaló Khatibzadeh.

Además, el Banco Central de Irán anunció un acuerdo con Corea del Sur para la transferencia de fondos iraníes congelados en bancos de ese país debido a las sanciones estadounidenses y que se estiman entre 7.000 y 9.000 millones de dólares (entre 5.800 y 7.400 millones de euros). Aunque la negociación se ha acelerado desde que Teherán retuviera el pasado enero a un petrolero surcoreano, hubiera sido más difícil si Washington se hubiera opuesto abiertamente.

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