RD necesita una real ley del Deporte
La semana pasada la Cámara de Diputados terminó lo que consideró un “texto favorable” para la Ley del Deporte, proyecto que se encuentra en la palestra pública desde hace un buen tiempo, por la importancia que se entiende que reviste la misma.
Sin embargo, si somos honestos, a pesar de las propuestas que se integraron en la recién celebrada Cumbre del Deporte, esa ley corre el mismo riesgo de sucumbir, tal y como sucedió con la ley anterior.
Y es que el proyecto deja demasiados vacíos y temas no tocados.
La importancia que se merece, por ejemplo, el béisbol profesional, no es siquiera un sueño de lo que debería ser.
Si tomamos en consideración que en el país operan 30 academias de Grandes Ligas, unas cuantas de Japón y un sinnúmero de academias de entrenadores independientes, limitar a un puñado de artículos el tema del béisbol es un error.
De hecho, hace un flaco servicio a una realidad que se vive en el país donde hasta las organizaciones de Major League Baseball se manejan como si estuviéramos en el Salvaje Oeste americano.
LOS ENTRENAMIENTOS
Los campos de entrenamiento del béisbol de las Grandes Ligas abren sus puertas este miércoles y por segundo año consecutivo, los mismos estarán sujetos a una serie de medidas relacionadas con la pandemia y los efectos del COVID-19.
Se han reorganizado por divisiones tanto la Liga del Cactus como la de la Toronja, con el fin de que los viajes sean menos largos.
Pero también habrá limitaciones muy marcadas relacionadas con la cobertura de la prensa, y hasta del manejo de los peloteros tanto dentro como fuera del terreno.
Luego del rechazo del sindicato de aceptar las propuestas de los dueños de iniciar más tarde los campos para tener más tiempo de vacunar potenciales fanáticos, habrá asistencia restringida para los partidos de la primavera.
Pero lo más importante es que se reanuda la acción en el béisbol de las Grandes Ligas y ya en un abrir y cerrar de ojos se estará cantando “Play Ball” en la temporada del 2021, la última bajo el actual acuerdo laboral y que podría implicar el final de la paz laboral en la Gran Carpa, la cual data desde 1994 cuando se produjo la última huelga.