Los demócratas acusan a Trump de ser el “incitador en jefe” del asalto al Capitolio
El juicio por el segundo impeachment a Donald Trump ha descendido este miércoles al fondo de los cargos examinados. La acusación trata de demostrar cómo, en palabras del congresista Jamie Raskin al inicio de la sesión, el 6 de enero Trump “cambió su papel de comandante en jefe y se convirtió en incitador en jefe de una peligrosa insurrección”.
Los gestores del impeachment, congresistas enviados por la Cámara de Representantes al Senado para ejercer de acusación, han aportado como pruebas estremecedores vídeos, hasta ahora inéditos, grabados por las cámaras de seguridad del Capitolio. En ellos se ve al vicepresidente Mike Pence con su familia, conducidos a toda prisa y con mucha tensión por agentes del Servicio Secreto a un lugar seguro. Se ve también al senador Mitt Romney que camina por un pasillo y es detenido abruptamente por un agente del Capitolio que le hace dar media vuelta para no encontrarse con los sublevados.
La acusación busca enfrentar a los senadores con la gravedad de los acontecimientos que ellos mismos vivieron. Y trata de documentar un patrón: un largo y machacón trabajo del expresidente para convencer a sus seguidores de que las elecciones fueron robadas y necesitaban actuar. Pero sobre sus argumentos, que continuarán el jueves, se cierne la sombra de la votación del martes: solo seis republicanos rompieron la disciplina, muy lejos de los 17 que harían falta para una condena.
Estos seis fueron Bill Cassidy, de Luisiana; Susan Collins, de Maine; Lisa Murkowski, de Alaska; Mitt Romney, de Utah; Ben Sasse, de Nebraska, y Patrick Toomey, de Pensilvania. El Senado aprobó el martes proceder con el segundo juicio a Donald Trump. Este miércoles la acusación ha presentado un detallado argumentario para condenar al expresidente. Pero, hasta ahora, lo más importante del juicio por el segundo impeachment a Donald Trump son esos seis nombres. Los de los seis senadores republicanos que se sumaron a los 50 demócratas y votaron el martes que enjuiciar a un expresidente es constitucional y que procede seguir adelante.
Una de las imágenes de asalto al Capitolio el pasado 6 de enero. En vídeo, las imágenes inéditas del asalto al Capitolio hechas públicas por los demócratas.
Es un grupo considerable de rebeldes republicanos. Pero está muy lejos de los 17 que se necesitarían para lograr la mayoría de dos tercios que permitiría condenar a Trump por incitación a la insurrección, en relación con el asalto violento al Capitolio por parte de sus seguidores el pasado 6 de enero. Es un voto más de los que cosechó la misma iniciativa el mes pasado, cuando los demócratas, ayudados por cinco republicanos, tumbaron la propuesta de desestimar el juicio por inconstitucional. Varios republicanos dijeron entonces que seguían abiertos a reconsiderar la constitucionalidad del caso cuando escucharan los argumentos. Pero las cuatro horas de debate del martes solo hicieron cambiar de opinión al senador Bill Cassidy, recién reelegido y que no se enfrenta por tanto a los votantes hasta dentro de seis años. El senador elogió después la exposición de los gestores del impeachment y destrozó la de los abogados defensores de Trump. “Si soy un jurado imparcial, y una parte está haciendo un gran trabajo y la otra un trabajo terrible, voy a votar por la parte que lo hizo bien”, explicó.
Cassidy se hacía eco de lo que fue el sentir general entre los aliados de Trump, que cuestionaron la estrategia de defensa tras la primera jornada, y del propio expresidente, que según fuentes citadas por la CNN quedó extremadamente descontento y furioso. Las críticas fueron sobre todo a la actuación del abogado Bruce Castor, que pronunció un discurso disperso de 48 minutos. Antes de entrar a la sala para la segunda jornada, Castor negó que se fuera a replantear la estrategia de la defensa y mantuvo que Trump quedó satisfecho con su intervención. Pero el miércoles estaba previsto que se invirtieran los papeles de los dos principales abogados y que fuera David Shoen quien llevara la voz cantante. Un cambio que tiene un efecto complicado: Schoen es judío ortodoxo y debe respetar el sabbat, de modo que no podrá llevar el peso de la exposición en la que puede ser una jornada clave.
Este miércoles, zanjado el debate procedimental, los gestores del impeachment han empezado su exposición oral para tratar de demostrar un vínculo directo entre el comportamiento de Donald Trump y la insurrección desatada en el Capitolio el 6 de enero. Pero la votación del martes demostró que, lo hagan como lo hagan, su éxito es poco menos que imposible. Aunque esté casi recluido en su residencia de Florida y no en la Casa Blanca, aunque no disponga ya de su cuenta de Twitter para dirigir la furia de sus seguidores, la lealtad a Trump entre los senadores republicanos sigue siendo alta.
Ya el martes, con el estremecedor vídeo de 13 minutos que quiso recordar la violencia del asalto al Capitolio a los senadores, entonces testigos y hoy miembros del jurado, se intuyó la estrategia de la acusación. “Este no puede ser el futuro de Estados Unidos”, dijo Raskin. “No podemos tener presidentes que inciten a la violencia porque se niegan a aceptar la voluntad del pueblo”. Se vieron signos de emoción en los senadores. Pero una cosa es mover los corazones y otra cosa es mover los cerebros.
El miércoles ha habido más vídeos. No solo el duro metraje inédito que buscó conmover a los senadores republicanos. También imágenes del expresidente haciendo declaraciones o pantallazos de Twitter que recordaban los días en los que Trump, hoy prácticamente desaparecido de la escena, era omnipresente. El objetivo: recordar a los senadores los hechos de los que fueron testigos. Y demostrarles que las reiteradas alegaciones falsas de Trump sobre fraude electoral masivo y sus agresivas palabras a los manifestantes antes de que estos tomaran el Capitolio provocaron la violenta insurrección destinada a evitar la certificación del resultado electoral.
A diferencia del anterior impeachment, donde había que demostrar dos acusaciones, de abuso de poder y obstrucción al Congreso, a través de una compleja y opaca maraña de comunicaciones diplomáticas, aquí se trata de demostrar si un comportamiento, ampliamente documentado, provocó unos hechos igualmente documentados. La narrativa es más sencilla. Pero las posibilidades de éxito, que pasan por convencer a 17 senadores republicanos, son igual de remotas.
Georgia abre una investigación al expresidente
La fiscal del condado de Fulton en Georgia, Fani Willis, informó este miércoles de la apertura de una investigación penal contra el expresidente Donald Trump por sus “intentos de influir” en el resultado electoral en el Estado de las elecciones presidenciales del pasado 3 de noviembre. Willis remitió una carta a numerosas autoridades electorales de Georgia, incluido el secretario de Estado, Brad Raffensperger, en la que solicitaba que se preserven los documentos relacionados con la llamada que Trump realizó a Raffensperger en la que le habría presionado para “encontrar” los votos suficientes para dar la vuelta al resultado electoral favorable a Joe Biden.