Las facciones palestinas cierran heridas ante las urnas con la liberación de detenidos políticos
Las facciones palestinas que se enfrentaron con las armas en 2007 por el control de la franja de Gaza –los derrotados nacionalistas de Fatah y los islamistas de Hamás, que se hicieron finalmente con el poder en el enclave– han decidido cerrar heridas del pasado para organizar las primeras elecciones en 15 años. Junto con otros 12 partidos y movimientos acordaron el martes en El Cairo, tras dos días de reuniones, que las legislativas se celebrarán el 22 de mayo y las presidenciales el 31 de julio. Como muestra de buena voluntad, los detenidos en Cisjordania y Gaza por razones políticas serán puestos en libertad.
La promesa de liberar de forma inmediata a todos los detenidos por su afiliación a grupos políticos rivales y el cese de su persecución, una constante en la vida cotidiana de la dividida Palestina, sonó como un aldabonazo en el comunicado final del cónclave de El Cairo, auspiciado por el Gobierno egipcio. La decisión forma parte de un compromiso para acatar los resultados de las votaciones, garantizar la labor de todas las facciones y crear un ambiente propicio para las elecciones tanto en Cisjordania como en el enclave de Gaza. El acuerdo también prevé constituir un tribunal electoral, integrado por jueces de ambos territorios, encargado de supervisar los comicios, así como el despliegue exclusivo en los colegios electorales de la policía uniformada, y no de otros servicios de seguridad ni milicias de los partidos.
El escepticismo sigue planeando sobre la convocatoria a las urnas pese al acuerdo de reconciliación entre las facciones palestinas. No es la primera vez que formulan una promesa similar el partido del presidente Mahmud Abbas, que solo controla Cisjordania, y el movimiento islamista liderado por Ismail Haniya, que gobierna de facto en la franja de Gaza. Hay razones de sobra para la desconfianza tras las pasadas pugnas fratricidas. Todos los acuerdos suscritos con anterioridad —La Meca (2007), El Cairo (2011), Doha (2012), Gaza (2014) y de nuevo en El Cairo (2017)— fracasaron en medio de agrias disputas.
El rais Abbas, de 85 años, dio la sorpresa al convocar los comicios en enero con las encuestas en su contra. El Centro Palestino de Investigación Política y Electoral destaca que dos de cada tres palestinos quieren que el veterano presidente se retire ya de la escena política. Después de tres lustros sin poder elegir a sus líderes –y tras el fracaso de las municipales de 2012 (convocadas solo en Cisjordania) y 2016 (suspendidas en el último momento)–, los palestinos tienen sobradas razones para la incredulidad.
El llamamiento a las urnas es visto ante todo como un gesto de Abbas para congraciarse con el demócrata Joe Biden a su llegada a la Casa Blanca. Durante el mandato del republicano Donald Trump, la Autoridad Palestina rompió relaciones con Washington. El nuevo presidente ha anticipado que quiere reactivar el diálogo palestino-israelí auspiciado por Estados Unidos sobre la base de la solución de los Estados.
En su comunicado final, las facciones palestinas se emplazaron a reunirse de nuevo en la capital egipcia en marzo para organizar un tercer proceso electoral, el del Consejo Nacional Palestino, órgano legislativo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que asume las negociaciones con el Estado de Israel. En un guiño de acercamiento a los palestinos, las autoridades egipcias han decidido la reapertura de forma indefinida del paso fronterizo de Rafah con la franja de Gaza en la península del Sinaí. Egipto ha reabierto periódicamente la única frontera palestina no controlada por Israel, pero solo durante períodos breves.
La votación de los palestinos de Jerusalén Este, anexionada desde 1980 al Estado judío se presenta como el principal escollo para las primeras elecciones en tres lustros. El Gobierno israelí veta toda actividad política palestina en la Ciudad Santa, en un territorio que considera de su soberanía exclusiva. Fatah también se enfrenta a la emergencia de corrientes rivales a la larga hegemonía del Abbas. La popularidad en Cisjordania de Maruan Barguti, líder de la Segunda Intifada encarcelado a perpetuidad en Israel, y del exdirigente del partido Mohamed Dahlan, con decenas de miles de seguidores en Gaza, amenaza con restar votos a los candidatos oficialistas.
Mensaje del Gobierno de Egipto a Biden
Egipto ha intentado durante años reconciliar a los movimientos de Fatah y Hamás sin éxito. Pero sus esfuerzos en este ámbito se han intensificado recientemente, en una maniobra que muchos analistas consideran que responde a la voluntad de El Cairo de buscar puntos de encuentro con la nueva Administración en Estados Unidos y recuperar parte de la influencia que tradicionalmente ha ejercido Egipto en la región.
Fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores de Egipto han reconocido a medios locales que, tras haber perdido un estrecho aliado con la marcha de Trump, el presidente Abdelfatá al Sisi aspira a reafirmarse como socio clave de Biden. La mediación en el diálogo entre grupos palestinos y en unas eventuales negociaciones entre Israel y Palestina son sus cartas de presentación. El temor al aislamiento se ha acrecentado en los últimos meses en el Gobierno de El Cairo a raíz de los acuerdos de normalización de relaciones firmados entre Israel y cuatro países árabes, en particular con Emiratos Árabes Unidos, un giro que marca la pérdida de influencia para Egipto en Oriente Próximo.