El congolés Tshisekedi coge las riendas de la Unión Africana con el reto de la recuperación económica

El congolés Tshisekedi coge las riendas de la Unión Africana con el reto de la recuperación económica
El presidente congolés Félix Tshisekedi llegando a la cumbre sobre inversión económica en África celebrada en enero de 2020 en Londres.Henry Nicholls / Reuters

El presidente de la República Democrática del Congo (RDC), Félix Tshisekedi, ha sido elegido este domingo por sus pares presidente de la Unión Africana (UA) para el presente año en sustitución del sudafricano Cyril Ramaphosa y con el enorme desafío sobre la mesa de la recuperación económica después de que el continente entrara por primera vez en recesión en 25 años debido a la pandemia. Entre sus prioridades destacan además la gestión de la covid-19, con especial énfasis en el aprovisionamiento y distribución de vacunas en los que África lleva un considerable retraso, el desarrollo del acuerdo de libre comercio continental, que entró en vigor el pasado 1 de enero, la resolución de conflictos, y la lucha contra el cambio climático y la violencia sexual.

El nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, envió un mensaje de apoyo a la UA y expresó su deseo de restablecer lazos con África tras el retroceso provocado por los cuatro años de mandato de Donald Trump. “El último año nos ha recordado lo interconectado que está ahora nuestro mundo y cómo nuestros destinos están enlazados. Es por eso que mi Administración se ha comprometido a reconstruir sus conexiones con todo el mundo y a volver a relacionarse con las instituciones internacionales, como la Unión Africana”, aseguró el presidente estadounidense.

La cumbre de jefes de Estado de la UA, que por primera vez en su historia se celebró mediante videoconferencia debido a la pandemia, también ha ratificado al chadiano Moussa Faki Mahamat como presidente de la Comisión Africana para otro mandato de cuatro años. Su vicepresidenta será la economista ruandesa Monique Nsanzabaganwa, decisión que respeta la nueva norma de paridad de género establecida por el organismo panafricano en un continente donde solo hay una jefa de Estado (Sahle-Work Zewde, en Etiopía). Tras la reforma de la UA impulsada por el presidente ruandés Paul Kagame, serán los ministros de Exteriores quienes elijan al resto de miembros de la comisión, tres hombres y tres mujeres.

El sudafricano Ramaphosa puso el énfasis en su despedida en los esfuerzos realizados para hacer frente a las consecuencias de la pandemia, que en África ha golpeado con menor intensidad que en el resto del mundo con el 3,5% de los casos y el 4% de los fallecidos, y volvió a pedir ayudas a los organismos internacionales para los retos financieros y sociales derivados del cierre de fronteras y la ralentización de la actividad comercial, que en África ha supuesto una caída económica de entre el 3% y el 5%, según el Banco Mundial. Si en 2020 la UA promovió el lema “Hacer callar las armas” como principal objetivo anual, para el presente 2021 se pretende dar un impulso a cuestiones culturales y de patrimonio histórico en pleno debate sobre la restitución de obras de arte sustraídas durante la colonización y expuestas en museos europeos.

Tshisekedi, por su parte, se comprometió a sacar a la UA de los despachos y a convertirla en un organismo más eficaz. La tarea es inmensa. El organismo africano sufre un enorme desgaste entre la opinión pública debido a su esclerotizada burocracia y su mal funcionamiento, que ha conducido a la apertura de diversas investigaciones internas por abusos sexuales y corrupción, su silencio cómplice con dictaduras y regímenes autoritarios ―como los recientes casos de Uganda y Tanzania―, su dependencia económica de aliados externos como China, su ineficacia a la hora de abordar los grandes conflictos africanos y la extensión del yihadismo y, por último, su falta de presencia y liderazgo en los grandes organismos internacionales.

“Los desafíos son gigantescos”, asegura Gilles Yabi, analista y fundador del think tank africano Wathi, “la UA ha logrado movilizarse para el acceso de la población a las vacunas, pero con los socios tradicionales también en crisis será difícil conseguir recursos para hacer frente a los retos económicos. Además, la zona de libre de comercio debe ponerse en marcha en un momento en que la violencia sigue estando muy presente, desde Somalia hasta la reciente guerra en Etiopía, pasando por la crisis anglófona o por el norte de Mozambique y el Sahel”.

El presidente de la RDC llega además a la presidencia de la UA en medio de una tormenta política en su país tras la ruptura de su alianza parlamentaria con el expresidente Joseph Kabila, que ha conducido en los últimos días a la destitución del primer ministro y de los presidentes de Congreso y Senado, abriendo un periodo de inestabilidad con final imprevisible. Esta circunstancia, unida al recrudecimiento de la violencia en el noreste del Congo, hace temer que Tshisekedi no pueda dedicar esfuerzos extras al organismo continental. “El regreso de un país tan importante como la RDC a la primera línea de la escena política africana se puede ver empañado por la fragilidad de su situación política interna”, remata Yabi.

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