Draghi gana apoyos para formar un Gobierno de unidad en Italia

Draghi gana apoyos para formar un Gobierno de unidad en Italia
Mario Draghi, este miércoles en Roma tras su reunión con Sergio Mattarella.ANGELO CARCONI / EFE

La situación en Italia se complicó extremadamente el martes por la noche. No había acuerdo entre partidos y Giuseppe Conte, el primer ministro dimisionario, comenzó a empaquetar en silencio sus cosas en el palacio Chigi. Cuando peor estaban las cosas, el presidente de la República, Sergio Mattarella, se sacó de la chistera el conejo político del que todo el mundo había hablado en los últimos seis meses y que nadie se había atrevido a imaginar realmente en ese puesto: Mario Draghi. Una hora después, ya subía la Bolsa y caía en picado la prima de riesgo de Italia.

El expresidente del Banco Central Europeo (BCE), uno de los italianos con mayor prestigio de las últimas décadas, aceptó el encargo del jefe del Estado. Tiene ahora una tarea complicada: poner de acuerdo a los partidos, lograr una mayoría clara y formar un equipo de ministros que combine el carácter técnico, la excelencia y las sensibilidades políticas del arco parlamentario. Ha comenzado ya a reunirse con sus exponentes. Pero a diferencia de la anterior ronda de esta crisis, no tiene un plazo de tiempo para lograrlo. Mattarella no quiere más disgustos. Es la última opción antes de la frontera de unas elecciones.

Draghi compareció tras despachar durante casi una hora y media con Mattarella y no escondió la dificultad del encargo. “Es un momento difícil. Requiere una respuesta a la altura de la situación. Y con esta esperanza y compromiso he respondido positivamente a la llamada del presidente”, señaló. “Derrotar a la pandemia, completar la campaña de vacunación y relanzar el país son los desafíos que nos esperan. Tenemos los recursos extraordinarios de la UE. Tenemos la oportunidad de hacer mucho para nuestro país con una mirada atenta a los jóvenes y al refuerzo de la cohesión social”, insistió.

Draghi buscará un apoyo amplio y horizontal en ambas Cámaras del Parlamento, algo para lo que parte con ventaja dada su histórica imparcialidad política en Italia y su extrema discreción a la hora de hacer comentarios sobre la actualidad del país en los últimos años. “Estoy confiado en que tras el diálogo con los partidos y las fuerzas sociales emerja una unidad capaz de dar respuesta positiva y responsable al encargo del presidente”. Si fuese bien, el nuevo Ejecutivo debería prestar juramento ante Mattarella en los próximos días y luego someterse a la votación de las Cámaras. Un proceso que se podría alargar hasta, como mínimo, finales de la semana que viene, y que lo convertiría en el sexto primer ministro consecutivo desde 2008 que no ha salido de las urnas (Mario Monti, Enrico Letta, Matteo Renzi, Paolo Gentiloni y Giuseppe Conte).

Draghi cuenta de entrada con el apoyo incondicional de su promotor y el hombre que abrió esta crisis de Gobierno hace dos meses anunciándola en este periódico: el líder de Italia Viva, Matteo Renzi. También, probablemente, del Partido Democrático, que ha demostrado en esta crisis su escaso peso político y la creciente falta de liderazgo. Pero necesitará varios días para trabajar con el resto de fuerzas que ahora dudan, como el Movimiento 5 Estrellas (M5S), el partido con mayor representación parlamentaria.

Los grillinos ganaron las elecciones en 2018 con el 33% de los votos. Fundado por el cómico Beppe Grillo, el partido prometió liquidar el viejo orden de la política. La idea de apoyar a Draghi, un banquero que representa la quintaesencia del establishment, abre una fractura enorme en el seno de la formación. El M5S no tiene hoy un líder claro —el poder de Giuseppe Conte y el reparto de cargos les mantenía unidos— y no está claro si logrará actuar de forma compacta en las próximas horas. El martes por la noche, dos pesos pesados ya anunciaron que rechazarían esa vía. Pero la posición del ex primer ministro Conte, que todavía no se ha pronunciado, podría ser clave.

Problemas internos

Draghi y Mattarella querrían ampliar la vieja mayoría y enrolar en este proyecto a parte de la oposición. Algo que provocó ya fuertes discusiones en la coalición de la derecha (Liga, Hermanos de Italia y Forza Italia). Se llegó a una suerte de acuerdo para promover la abstención y no fracturar la alianza. Pero la partida sigue abierta.

La Liga es la otra fuerza que podría tener fuertes problemas internos con esta decisión. Su líder, Matteo Salvini, se había posicionado en repetidas ocasiones a favor de Draghi. Al menos como una opción de transición hacia unas elecciones. El principal estratega del partido y representante del ala moderada, Giancarlo Giorgetti, había invocado también su nombre como única salida a la crisis. Pero la Liga tiene dos almas: una parte de ultraderecha, populista y algo euroescéptica, que quiere elecciones y se opone a las opciones tecnócratas; y la vieja derecha del norte de Italia, vinculada a la patronal, que pide que el partido no haga locuras y permita al país salir de la crisis con el candidato de Mattarella. Y dentro de un año, ya se verá.

Forza Italia, en cambio, apoyaría el proceso Draghi. Silvio Berlusconi fue uno de sus promotores al frente de Bankitalia y del BCE. El partido se ha encargado ya de airear que el dueño de Mediaset ha mantenido siempre con Draghi una excelente relación. El resto de partidos de centroderecha que orbita alrededor de Forza Italia, fruto de anteriores escisiones, también ha manifestado ya su disposición a apoyarle.

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