Muere el último gran sospechoso de ser D. B. Cooper, autor del único secuestro aéreo sin resolver en EE UU
El pasado 8 de enero murió Sheridan Peterson, considerado uno de los principales sospechosos de ser Dan B. Cooper, el raptor del único secuestro aéreo sin resolver en la historia de Estados Unidos. El FBI nunca detuvo al veterano de guerra y empleado de la compañía aeronáutica Boeing, con sede en Seattle. La agencia de investigaciones cerró el caso en 2016, tras 45 años de pesquisas y 1.000 sospechosos. Las teorías sobre la identidad del secuestrador continúan dando vueltas, pero ahora con la verdad de Peterson, bajo tierra. El hombre fallecido a los 94 años por razones aún desconocidas en su natal California, según Legacy.com.
Hace medio siglo, el 24 de noviembre de 1971, un hombre vestido de traje compró en efectivo un boleto para viajar de Portland a Seattle con Northwest Orient Airlines. Se hacía llamar D.B. Cooper. Desde su asiento, el 18C, el hombre le pidió a una de las azafatas un bourbon y una 7-Up. Luego, le entregó una nota en la que decía que tenía una bomba en su maletín. Por si las dudas, abrió un poco la tapa del portafolio dejando a la vista unos cables que parecían de explosivos. Según el FBI, en el acto siguiente la asistente de vuelo le lleva un escrito al capitán del avión con las siguientes demandas: cuatro paracaídas y 200.000 dólares en billetes de 20.
D.B. Cooper permitió que el vuelo 305 de Northwest Orient aterrizara en Seattle y liberar a los 36 pasajeros a bordo a cambio del dinero en efectivo. Luego le ordenó al capitán de la nave que se dirigiera a Ciudad de México, pero que no volara a más de 10.000 pies de altura. Lo último que se supo de él es que saltó en paracaídas con el dinero de la recompensa en una zona boscosa entre Seattle y Reno (Nevada). Los investigadores nunca encontraron su cuerpo ni lograron identificar su verdadera identidad. El caso ha inspirado libros, documentales, películas y canciones.
En 2004 el FBI entrevistó a Sheridan Peterson, cuando ya tenía 77 años. Era un marino aficionado al paracaidismo que había servido en la Segunda Guerra Mundial y trabajado como técnico en Boeing. Los testigos dijeron que el sospechoso del secuestro tenía entre 35 y 45 años. Peterson tenía 44 años al momento del crimen. Dos agentes interrogaron a Peterson y le tomaron una muestra de ADN que el FBI nunca publicó, a pesar de que descartó públicamente a otros sospechosos del caso por los resultados de este tipo de exámenes. La agencia cree que quien sea que fuese D.B. Cooper, probablemente murió la noche del asalto.
Eric Ulis, empresario de Phoenix, que investigó el caso por su cuenta durante años, autor de DB Cooper: The Definitive Investigation of Sheridan Peterson, afirmó que estaba un “98%” de que Peterson era el famoso “secuestrador del cielo”. “En realidad, el FBI tenía buenas razones para sospechar de mí”, escribió Peterson en una revista publicada por la Asociación Nacional de Paracaidismo en 2007. “Amigos y asociados estuvieron de acuerdo en que sin duda yo era D.B. Cooper. Había demasiadas circunstancias involucradas para que fuera una coincidencia”. Además, el veterano de guerra se parecía mucho a los bocetos del secuestrador dibujados por la descripción de los testigos.
Las sospechas sobre Peterson no le impidieron vivir una vida de cara al público por las causas que consideraba justas. En los sesenta fue un activista de los derechos civiles, después se mudó al sudeste asiático para ayudar a los refugiados durante la guerra de Vietnam y se manifestó en contra de la masacre de la Plaza de Tiananmen en 1989.