Flávio Dino: “Bolsonaro prioriza la confrontación, es fundamental en su identidad política”
El gobernador de Maranhão, Flávio Dino (São Luís, 52 años), tiene una presencia en el debate nacional de Brasil muy por encima de lo que indicaría el peso real de este pequeño Estado costero, muy desigual y poco desarrollado que queda en el extremo este de la Amazonia. Juez y diputado antes de romper hace seis años la hegemonía de la oligarquía local, combina su pertenencia al Partido Comunista de Brasil (PCdoB) con un izquierdismo pragmático y la fe católica. Dino recibió a este diario en el impresionante palacio del gobernador, en su ciudad natal, instantes después de la toma de posesión de Joe Biden en Estados Unidos. Habló de Bolsonaro, la pandemia, Amazonia… Solo se quita la mascarilla para posar un instante para las fotos.
Pregunta. ¿Cómo convive un gobernador comunista con un presidente de ultraderecha?
Respuesta. Es una relación difícil porque a las diferencias ideológicas se suma una singularidad Bolsonaro. Prioriza la confrontación, es fundamental en su identidad política incluso para ocultar su incompetencia. La convivencia es muy difícil con todos. Es el periodo de nuestra historia en que hay mayor distancia entre el Gobierno federal y los Gobiernos estatales. Claro, que toda regla tiene su excepción.
P. Usted afirma que “el fin del Gobierno Trump es (…) un anuncio del amanecer que tendrá Brasil”. ¿Cree que influye tanto en las posibilidades de reelección de Bolsonaro?
R. Amplía el aislamiento de Bolsonaro. Y ahora se ha quedado totalmente sin apoyos en un mundo interdependiente. Un Gobierno aislado tiene muchas dificultades para conseguir soluciones para problemas que trascienden las fronteras como el medio ambiente o la pandemia. Cuando vas con un Gobierno que se enorgullece del aislamiento, dificulta conseguir vacunas, como vemos ahora.
P. El fin de la paga del coronavirus es otro problema grave. Ahora toda la presión va a recaer sobre los Estados y los ayuntamientos. ¿Cómo va a afrontarlo?
R. Es un problema muy profundo. Tiene una dimensión para las familias beneficiarias, pero los efectos sociales negativos trascienden más allá. Serán excluidas del mercado del consumo y eso repercute en la generación de empleo. Es un error monumental terminar con el auxilio de emergencia. Si fue creado para mitigar los efectos de la pandemia y sigue tan viva como está, no hay razón para extinguirlo. Creo que la responsabilidad fiscal no puede ir separada de la responsabilidad social. Lo correcto es prorrogarlo hasta mediados de este año, cuando creo que veremos los efectos de la vacunación. No tengo un Banco Central, no emito moneda, ni puedo contraer deuda, intento adoptar medidas de contención de daños como un auxilio para los que recogen residuos sólidos, 305.000 cestas básicas para familias desde abril y un programa de obras públicas de 559 millones de reales (100 millones de dólares) y voy a lanzar un cheque de 600 reales (pago único) para que las familias puedan comprar productos.
P. Como presidente del consorcio de gobernadores de la Amazonia legal, ¿teme que Biden haga presión comercial para que Brasil cambie su política medioambiental?
R. Es un riesgo. Tenemos una preocupación mundial justa, pero también competidores (agrícolas) que pueden querer aprovecharse y un país sin alianzas. Y eso compone un escenario de mucha fragilidad. En la esfera internacional, más importante que castigar Brasil es fortalecer los esfuerzos de quien quiere proteger la Amazonia, por ejemplo, el consorcio de gobernadores del Amazonia, que tiene una posición distinta de la del Gobierno federal. Todos coinciden en que esa idea de que en la Amazonia no hay ley ni control es negativa para Brasil. Los grandes productores de Mato Grosso saben que el riesgo de tener sanciones internacionales es grave. Biden habló de un fondo de 20.000 millones de dólares. Creo que es posible construir una gran alianza implicando incluso a sectores del Gobierno federal. Estados Unidos y empresas internacionales podrían ayudar para viabilizar un fondo de pago de servicios ambientales porque eso protege al medio ambiente. Porque la población que vive en la Amazonia tiene que encontrar una forma de mantenerse económicamente y los servicios ambientales lo son. Eso viabilizará prácticas alternativas que permitan a la gente vivir sin devastar la selva.
P. ¿Será posible forjar un frente amplio de oposición frente a Bolsonaro para las presidenciales de 2022?
R. Creo que en una primera vuelta tendremos dos o más candidaturas, a la izquierda y al centroderecha. Es interesante el frente amplio que se ha creado para la presidencia de la Cámara de diputados en torno a Baleia (Rossi), que es de centroderecha, pero al que prácticamente toda la izquierda apoya. Indica que estamos en un momento diferente. Hace dos años solo nosotros en la izquierda apoyamos a Rodrigo Maia. Y fuimos muy criticados. La historia demuestra que teníamos razón porque Maia fue muy importante en la contención de las intenciones golpistas y dictatoriales de Bolsonaro. De modo que, incluso si en la primera vuelta no tienes una unión amplia, en la segunda es posible. Es un cambio cualitativo importante para todos porque Brasil, Amazonia, no aguantan cuatro años más de Bolsonaro.
P. ¿Qué tiene usted de comunista?
R. Está claro que el concepto no es el mismo del XIX. Suelo decir en el PCdoB que el símbolo de la hoz y el martillo ya no expresa más el mundo del trabajo. La clave es cómo lidias con la desigualdad. Creo que hay que compensar la desigualdad pero sin practicar ese igualitarismo uniformizado que es una contrautopía. Me considero de izquierdas porque soy un militante contra las injusticias sociales. Creo que el papel del Estado y de las políticas públicas es insustituible para corregir la tendencia del mercado de concentración de riqueza en las manos de unos pocos. No es eliminar el mercado. Y esa es otra distinción importante de nuestro pensamiento respecto la izquierda clásica.