Cadena perpetua para el neonazi que asesinó al político alemán Walter Lübcke
La Audiencia Territorial de Fráncfort ha condenado a cadena perpetua este jueves a Stephan Ernst, un neonazi alemán de 47 años, autor del asesinato el 2 de junio de 2019 de Walter Lübcke, un político destacado de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) en el Estado de Hesse, que defendía la política migratoria que impulsó la canciller y compañera de partido Angela Merkel. El tribunal sostiene que el crimen tuvo motivaciones ultraderechistas y lo califica en grado de máxima gravedad, lo que elimina la posibilidad de una revisión o conmutación automática a los 15 años de prisión.
El crimen despertó en el verano de 2019 el fantasma del terrorismo de extrema derecha en Alemania y su condena marca un nuevo hito en la aplicación de la justicia en Alemania. La condena de este jueves era muy significativa, ya que el de Lübcke fue el primer asesinato de un representante electo alemán cometido por un simpatizante de la ultraderecha desde 1945.
“La condena por asesinato no deja lugar a dudas sobre la culpabilidad del acusado”, ha dicho el presidente del tribunal, Thomas Sagebiel. “Sabemos que apenas podemos cuantificar su pérdida y que el juicio fue muy doloroso. Nuestra tarea era llevar a cabo un juicio justo y juzgar sin tener en cuenta los intereses personales”, ha añadido, en un pasaje del veredicto dirigido a la familia de la víctima.
Durante el juicio, que se inició el pasado junio, el asesino pidió perdón a la viuda y al resto de la familia y confeso ser el autor del asesinato. Su abogado, aunque admitió que el asesinato había sido “cruel y cobarde”, defendió que había tenido “un objetivo político”.
La noche del 2 de junio de 2019, Walter Lübcke, de 65 años, que ocupaba el cargo de presidente del Consejo de Kassel, la ciudad del Estado de Hesse en la que residía, estaba fumando un cigarrillo en la terraza de su casa cuando recibió un disparo en la cabeza casi a bocajarro.
Tras dos semanas de investigación, Stephan Ernst fue detenido. Poco después también fue arrestado Markus H. como presunto cómplice; este jueves ha sido condenado a un año y seis meses de libertad condicional por violar la ley alemana sobre posesión de armas. La fiscalía había acusado a Markus H. de haber entrenado a Ernst para disparar en el bosque, “incluso con el arma utilizada” para el asesinato, sin ser consciente de sus “verdaderos planes”.
Según la acusación, los dos sospechosos habían asistido juntos a una reunión pública en la que Lübcke había dado su apoyo a la política migratoria de Angela Merkel. Entre 2015 y 2016, más de un millón de refugiados fueron admitidos en Alemania, en su mayoría sirios, lo que dio alas a la extrema derecha. Alternativa para Alemania (AfD) logró entrar en el Parlamento federal en las elecciones parlamentarias de 2017.
El juicio contra Ernst, que se realizó bajo estrictas medidas de seguridad y que se prolongó a lo largo de 44 vistas, también dejó al desnudo la negligencia de las autoridades, que tenían fichado al asesino desde finales de los años ochenta por su ideología neonazi y su carácter potencialmente violento. Ya en 1993, se sospechó que había planeado un atentado con bomba en un hogar para solicitantes de asilo. En 2009, participó en unos disturbios raciales en Dortmund. A pesar de su pasado, los servicios de inteligencia habían dejado de vigilarle.
Poco después de conocerse la sentencia, el líder de la CDU, Armin Laschet, compañero de partido del asesinado Lübcke, hizo un llamamiento para oponerse decididamente al odio y la incitación a la violencia en la vida cotidiana. “Porque a la palabra malvada le sigue el acto criminal: esa es una de las terribles lecciones del asesinato de nuestro amigo Walter Lübcke”, escribió Laschet en un comunicado publicado en la página web de la CDU. “Todos somos responsables de trabajar por la cohesión pacífica, cada uno en su lugar”, añadió Laschet.