La violencia se extiende en Países Bajos tras la imposición del toque de queda
El rechazo al toque de queda impuesto por el Gobierno de los Países Bajos para contener la curva de contagios se ha saldado esta noche con 184 detenciones a lo largo del territorio nacional y diez policías heridos en Róterdam. Era la tercera jornada de revueltas desde la entrada en vigor el pasado sábado de la medida –que rige de 21.00 a 4.40– se ha repetido el saqueo de tiendas, quema de vehículos y lanzamiento de adoquines y petardos contra las fuerzas del orden por parte de centenares de personas. En la ciudad portuaria de Róterdam, imágenes del pillaje circularon de inmediato en las redes sociales, y el alcalde, el socialdemócrata Ahmed Aboutaleb, ha calificado a los asaltantes de “ladrones sin vergüenza”. No obstante, la mayoría de la población respeta el toque de queda.
La tensión fue tal la pasada noche que un agente tuvo que disparar al aire cuando fueron rodeados por la multitud, al tiempo que se preparaban los cañones de agua para dispersarla. En el resto de las ciudades hubo incidentes similares. La policía nacional ha señalado que los que tomaron las calles no eran manifestantes haciendo uso de su derecho constitucional a ser oídos, sino grupos de violentos.
Países Bajos acumula ya 952.950 contagios en lo que va de pandemia y 13.579 fallecidos.
Como ya ocurriera durante el fin de semana, la llamada a concentrarse se hizo a través de Internet y las protestas alcanzaron prácticamente a todo el país. En ciudades como Ámsterdam, La Haya, Haarlem, Den Bosch, Breda, Tilburgo, Geleen, Almelo o Zwolle se repetía la secuencia de los hechos: lanzamiento de proyectiles, coches en llamas atravesados en la calzada, y grupos de encapuchados, en su mayoría de jóvenes, según la policía, participando en las agresiones mientras otros captaban las escenas con sus móviles. En Róterdam, un policía resultó herido en una pierna; en Haarlem, un periodista recibió una pedrada en la cabeza. El tráfico de trenes tuvo que ser detenido durante unas horas en Den Bosch, al sur del país, cuando las vías fueron invadidas por la turba. El Ayuntamiento calificó luego lo sucedido de “una tristeza, porque los manifestantes rapiñaron el centro urbano asustando a los vecinos”.
Varios diputados han expresado asimismo su asombro ante unos sucesos que no asocian con su país. “Hasta ahora, el saqueo era algo de otros lugares y duele”, ha dicho la cristianodemócrata Wytske Postma. Otros colegas han criticado “el reguero de destrucción” dejado a su paso por el gentío y han pedido que se abstengan de agredir “a policías y periodistas”.
Los liberales de derecha, el mayor partido del Congreso, han apuntado que los altercados no pueden calificarse de protesta, sino que se trata de “destruir tu propio entorno a expensas de trabajadores, sanitarios y fuerzas del orden”. La calma regresó hacia la medianoche en la mayoría de las localidades.
El Gobierno de centroderecha en funciones acordó imponer el toque de queda a partir de este sábado a la vista de que la variante del coronavirus descubierta en el Reino Unido se propagaba rápidamente. Es la primera vez que se adopta una norma de este calibre desde la Segunda Guerra Mundial, y durante el fin de semana, surgieron las primeras protestas, que acabaron con unos 250 detenidos. La pasada madrugada, la policía estaba alerta, pero sospechan del calibre de las agresiones y presumen que la quema de vehículos, el tamaño los petardos arrojados contra los agentes y el saqueo es una copia de lo ocurrido dos días antes.
Los comercios no esenciales y las escuelas llevan cerrados en los Países Bajos desde diciembre, y lo bares y restaurantes desde octubre. En los tres días de vigencia del toque de queda, se han impuesto 5.765 multas de 95 euros por haberlo violado.
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