La infancia del Covid
En todo el mundo, niños y adolescentes empiezan a dar síntomas serios de cansancio. De depresión. Por el fallecimiento de seres queridos o por el cambio de sus rutinas, la soledad de las clases en casa y la falta de los amigos. Aumenta el riesgo de suicidios de adolescentes, alertan las Naciones Unidas.
Ya desde antes de la pandemia la infancia de estos tiempos parece un extraño experimento de los adultos. Disney+ ha anunciado que sus películas más clásicas, como la Dama y el vagabundo, Los aristogatos, Dumbo, Peter Pan y El libro de la selva llevarán una advertencia sobre corrección política: «Este programa está presentado como fue creado originalmente. Puede contener representaciones culturales anticuadas». Difícil que lo entiendan si tienen menos de diez o doce años y difícil explicarles por qué deben ver a Mowgly con ojos diferentes a su propia mirada.
Viven una sociedad que les empuja a ser adultos antes de tiempo, con acceso en internet a mensajes e imágenes de violencia extrema o ideas inconcebibles pero montan bicicleta o patines protegidos como un piloto de Fórmula 1. Tienen móvil y conexión a internet pero no el espacio y el tiempo para aburrise e imaginar. Con riesgo de obesidad por falta de ejercicio y con una distorsión de su propia identidad, manipulada por las redes. Los menos afortunados, trabajan en unas calles realmente peligrosas.
Es difícil educar hoy porque educar fue difícil siempre pero ahora los adultos al cargo se enfrentan a unas circunstancias cambiantes a una velocidad que no se controla.
Los niños necesitan a otros niños. Eso es lo que les está quitando la pandemia. Y a los diez años… un año es larguísimo y pasa de todo. Pero ya no.