A cada sector le dan para comer y llevar
El Gobierno busca encaminarse y el optimismo del presidente debiera contagiar como la pandemia, pues si no los números, la perspectiva mejora.
Con ese credo por la mitad de los fines de semana largos, las estadísticas oficiales parecen no equivocarse: la economía encuentra acotejo.
Todavía falta, y tal vez no se vuelva a la situación anterior, al cien por ciento; pero algo es algo, peor es nada, consideraría un conformista.
Los bonos ayudan, y con bolsillos llenos, cualquier gestión hace maravillas. Los polleros no tuvieron que clamar, el cielo se les adelantó.
Así, a cada sector que pide no solo le dan para comer en el sitio, sino también para llevar, como en la multiplicación de panes y peces.
Sin embargo, siempre aparece un pelo en el sancocho, surge una dificultad en la que no se había pensado ni era justo prever.
¿Quién les dijo a los funcionarios que podían disponer de las empleadas como un bien propio, que a cada cual le tocaba un harén?
Con ese no tengan miedo de la primera dama, y el me too que aún merodea, muchos otros altos cargos o cargos medios podrían verse en apuros.
El silencio, a partir de ahora, no será rentable.