Conte medita dimitir para formar un tercer Gobierno
El tiempo pasa cada vez más rápido y Giuseppe Conte no logra resultados que le brinden una salida de la crisis de Gobierno. El primer ministro de Italia no ha conseguido todavía compactar un grupo de apoyo que sustituya a Italia Viva, el partido que ha retirado a sus ministras de la coalición con la que dirigía el país. A lo largo de este lunes, se ha ido convenciendo, ayudado por la opinión casi unánime de sus socios, de que el único camino es la dimisión para intentar formar un tercer Ejecutivo bajo su propio mando. El próximo miércoles, de lo contrario, se enfrentaría a una votación clave en el Senado que podría descabalgarle definitivamente del poder y abrir una crisis fuera de control que incluso condujera a unas elecciones anticipadas.
Este lunes por la mañana, Conte ha recibido llamadas de la mayoría de sus socios. Empezó a cundir el pánico en los pasillos del palacio Chigi. “La presión es máxima”, señalaban en su entorno mientras la prima de riesgo alcanzaba máximos desde noviembre. Nadie veía claro ya el paso por el Senado del ministro de Justicia, Alfonso Bonafede, que deberá dar cuenta del balance del año el miércoles. La exposición del ministro terminará con una votación que suele ser un trámite poco relevante para el Ejecutivo. En plena crisis, sin apenas apoyos para una mayoría simple, sin embargo, podría ser la puesta en escena definitiva del callejón sin salida en el que se encuentra el Ejecutivo. “No tiene los números para superarla si no accede a esta operación”, admiten fuentes del Partido Democrático (PD). “Lo mejor ahora mismo es abrir la crisis formal”, insisten.
La dimisión de Conte, que intentaría recibir el encargo de formar Gobierno de nuevo de manos del presidente de la República, Sergio Mattarella, es ya una exigencia de sus aliados y de los parlamentarios que supuestamente le apoyarían en el futuro. Pero fue también la petición desatendida del líder de Italia Viva, Matteo Renzi, al comienzo de la crisis. La solución pasaría por formar un nuevo Ejecutivo —el tercero en tres años de legislatura— desde cero que permita involucrar a los nuevos socios y alcanzar un pacto de legislatura. “Tenemos que encontrar una solución en 48 horas”, declaró el domingo en una entrevista el ministro de Exteriores, Luigi Di Maio. El problema es que Conte no se fía de que, en el tránsito entre un Gobierno y otro, aparezca otro nombre para sustituirle. Por eso insistía en aferrarse a la butaca del palacio Chigi. La realidad, sin embargo, le beneficia.
Si Conte sigue siendo primer ministro el lunes por la tarde es porque no existe un nombre alternativo claro. La hipótesis de sustituirle por Di Maio (Movimiento 5 Estrellas), o el ministro de Cultura, el socialdemócrata Dario Franceschini, no está suficientemente madura. Nadie quiere liderar ahora mismo un Ejecutivo que servirá únicamente para llegar a enero de 2022, cuando se elige al próximo presidente de la República, y contener el avance de la derecha. Luego, probablemente, se deberían convocar elecciones. “Conte es el punto de equilibrio más avanzado”, ha señalado la mañana de este lunes el líder del PD, Nicola Zingaretti, hilando un argumento político algo más sostenible que la mera supervivencia. La realidad es que el primer ministro es el único capaz de mantener compacto al volátil Movimiento 5 Estrellas —en plena guerra civil— y un nombre que no desagrada al mundo socialdemócrata.
El grupo de tránsfugas que el palacio Chigi habría conseguido reunir prometiendo cargos y subsistencias varias en sus escaños —con fugados de Forza Italia, del grupo mixto y, quizá, también de Italia Viva— quiere que se formalice la crisis para adquirir la visibilidad y dignidad suficientes de un nuevo grupo. Pero Conte exige ciertas garantías de que será el elegido para guiar ese tercer Ejecutivo si dimite. Algo difícil si Renzi se encuentra en el centro de la partida.
El florentino, profundamente enemistado con el primer ministro, sigue pensando que Conte puede ser sustituido fácilmente. Si de él depende la formación de un tercer Ejecutivo, presionará para desalojar al premier y a su entorno de confianza definitivamente del palacio Chigi. Algunos parlamentarios de Italia Viva, sin embargo, han prometido lealtad a Renzi a cambio de que no suma al país en el caos de nuevo si se presenta la oportunidad de formar un nuevo Gobierno y salir de la crisis en la que se encuentra.
La hipótesis de un Gobierno de unidad nacional solo la defiende ahora mismo Forza Italia. Silvio Berlusconi, siempre con un ojo en sus empresas, cree que eso proporcionaría más estabilidad al país. Pero es difícil. El resto de partidos de la oposición (Liga y Hermanos de Italia) prefiere que se convoquen elecciones lo antes posible, tal y como recordó el domingo el líder de la Liga, Matteo Salvini.