El dictador, sus esposas, un magnate y una montaña de hierro: la trama de corrupción que saqueó África en pleno siglo XXI
Una montaña de minerales, un dictador africano enfermo y sus cuatro esposas, cuentas secretas en Suiza, una empresa brasileña y el exministro de Justicia de Jair Bolsonaro, Sergio Moro. Todos estos elementos se cruzaron el viernes en un tribunal de Ginebra durante el juicio al magnate Benjamin Steinmetz, un israelí de 64 años. El caso dejó al descubierto una trama de saqueo de recursos naturales en el continente más pobre del mundo. El polémico multimillonario heredero de un imperio de diamantes fue condenado por “corrupción de funcionarios públicos extranjeros”, en uno de los juicios más emblemáticos para el sector minero en décadas. Según la justicia, Steinmetz pagó al menos 8,5 millones de dólares en sobornos entre 2006 y 2012, para asegurarse el derecho a explotar la mina de hierro de Simandou, en República de Guinea.
Cabello canoso, ojos azul intenso, piel un poco bronceada, a pesar del frío invierno suizo, Benjamin Steinmetz fue presentado por sus abogados en el tribunal como una especie de salvador de África. La historia oficial dice que el empresario, conocido como Beny, a finales de 2008 había pagado 165 millones de dólares al Gobierno guineano por la concesión de lo que sería la versión africana de Carajás -una sierra brasileña que tiene la mayor mina de hierro a cielo abierto del mundo, además de reservas de otros tres minerales. Unos 18 meses después, con un nuevo Gobierno al frente del país africano, cerró un acuerdo con la minera brasileña Vale, conocida por el desastre de la presa de Brumadinho en 2019, que levantó ampollas entre los miembros de la nueva Administración.
Steinmetz había acordado con Vale la explotación de la mina de Simandou por unos 2.500 millones de dólares. Parecía que el empresario israelí se había ganado la lotería, pero la Fiscalía suiza le acusó de haber sobornado para conseguir los derechos de la mina. A través de un “pacto de corrupción” entre Steinmetz, el exdictador de Guinea Lansana Conté entre 1984 y2008, y su cuarta esposa, Mamadie Touré, le quitaron la mina de las manos al conglomerado anglo-australiano Rio Tinto, competidor mundial de Vale. Los sobornos, según la Fiscalía, tenían el objetivo de asegurarse que Beny Steinmetz Group Resources (BSGR) tuviera una de las mayores reservas de hierro del mundo. La acusación señala que, en 2008, este consorcio aprovechó las últimas horas de vida del dictador Conté para obtener la concesión de una parte del yacimiento de hierro.
El magnate admitió durante el juicio que la ganancia para su empresa fue grande con el acuerdo celebrado con la brasileña Vale. “Pero la mayor ganancia es para el país, porque hay impuestos, regalías. Eso lo cambia todo”, señaló. “Era un sueño para Guinea”. Este viernes, la justicia suiza le condenó a cinco años de prisión y le impuso una multa de unos 56 millones de dólares por corrupción de funcionarios públicos y falsificación de documentos. El multimillonario ha advertido que recurrirá la sentencia. Su historia revela una historia poco conocida del mundo minero y una tragedia social.
Simandou posee más de 2.000 millones de toneladas de hierro de alta calidad. Para los expertos, la mina podría cambiar el destino del país. Guinea ya albergaba la mayor reserva probada de bauxita, además de minas de oro, diamantes, uranio y petróleo. Aun así, sigue siendo uno de los países más pobres del mundo: el 70% de su población vive en barrios marginales, solo una minoría tiene acceso a servicios de saneamiento y la mitad ni siquiera tiene agua potable.
La conexión con el exjuez Moro
Frente a las acusaciones de corrupción de los últimos años contra Steinmetz, la brasileña Vale le demandó ante la Corte Internacional de Arbitraje, en Londres. La minera ganó el caso en 2019 y el empresario israelí fue obligado a pagar 2.200 millones de dólares por daños y perjuicios. El tribunal señaló entonces que Steinmetz ocultó información a Vale cuando formaron la sociedad, como el pago de sobornos en Guinea. A principios de la semana, cuando la fiscalía de Ginebra le preguntó en la audiencia sobre su derrota en la corte londinense, Steinmetz dijo que su batalla contra los brasileños aún no había terminado. “Hay cosas nuevas que saldrán a la luz y demostrarán que Vale mintió”.
El magnate contrató el año pasado los servicios del exministro de Justicia brasileño, Sergio Moro, para tener más munición contra la minera brasileña. Moro ha argumentado que Vale no tendría derecho a exigir el dinero solicitado por el tribunal de Londres. Según el exjuez, si se confirman las investigaciones, “los ejecutivos de Vale, habrían hecho declaraciones falsas y ocultado fraudulentamente al mercado y a sus accionistas las verdaderas condiciones del negocio celebrado con BSGR sobre los derechos de explotación en Simandou y las razones de su posterior rescisión”. Como respuesta a Moro, la empresa reiteró que tiene el respaldo judicial para solicitar el dinero.
Durante el juicio a Steinmetz, se le preguntó al empresario si sabía en 2008 que iba a obtener la concesión de la montaña de hierro para revenderla a Vale y aseguró que no. Explicó que antes de Vale se había contactado con inversores chinos. El multimillonario insistió en que, cuando adquirió la concesión, no sabía exactamente la dimensión de lo que había. “Nadie sabía cuánto valía”. Señaló además que la empresa brasileña quería quedarse inicilamente con el 100% del proyecto, algo que él rechazó. Su objetivo era mantener al menos el 51% de las acciones de la sociedad. “Pero Vale exigió el 51% “, explicó.
La juez del caso, Alexandra Banna, le cuestionó por qué el Gobierno de un país pobre aceptaría vender la concesión por 165 millones de dólares en un proyecto que pronto valdría 2.500 millones. “Así es el mundo”, respondió el empresario. Según su testimonio, es “habitual” que las empresas más pequeñas realicen trabajos de riesgo y luego, para la explotación, busquen socios. “En casi todo el mundo es así”, agregó.
La historia de la mina Simandou es intrincada y está llena de altibajos. En 2008, ya enfermo y en sus últimos días de vida, el dictador Conté retiró parte de la concesión de la zona al conglomerado anglo-australiano de Rio Tinto alegando que había incumplido los plazos de desarrollo. El derecho pasaría entonces a BSGR, de Steinmetz, el 9 de diciembre de 2008.
El dictador Conté murió menos de 15 días después y los militares tomaron el control del país, al oeste de África. Las turbulencias continuaron y en 2009 el jefe del nuevo Gobierno huyó tras un intento de asesinato. Nada de esto cambió los planes de explotación de los extranjeros. Pasados los 18 meses, Vale compró a Steinmetz el 51% de BSGR, una transacción de 2.500 millones de dólares.
Lo que parecía ser el comienzo de una nueva era para uno de los países más pobres del mundo pronto llegaría a su fin. En 2012, Vale anunció que abandonaba la explotación, alegando el desplome de los precios internacionales de los minerales en medio de una crisis económica internacional. El mayor golpe llegaría en 2014, cuando el nuevo Gobierno de Guinea reveló, tras una auditoría, que el cambio de control sobre la montaña de hierro se había realizado mediante una trama de corrupción.
Ahora, siete años después, en un tribunal lejos del país africano, se han presentado los detalles de aquella acusación. Mamadie Touré, la viuda del exdictador, indicó que Steinmetz ofreció dinero a su marido. “Puedo darte mucho”, aseguró que le dijo. De acuerdo al testimonio de la cuarta esposa, el presidente, ya enfermo y débil, respondió de forma inesperada. “No necesito dinero. Mire a su alrededor”, dijo refiriéndose al lujo en el que vivía.
Conté tomó el poder en 1984 tras un golpe militar y durante décadas amasó una fortuna incompatible con la pobreza de sus ciudadanos. Sin embargo, aceptó el soborno del magnate con la condición de que el empresario ayudara a su última esposa. “Lo haré por ella. No por usted”, relató Touré durante el juicio.
Según el fiscal del caso, los ministros que se opusieron a la maniobra del Gobierno para transferir la concesión de Rio Tinto a Steinmetz acabaron siendo destituidos de sus cargos. De acuerdo a la acusación, Conté ya no tenía en ese momento control sobre el país, eran sus esposas quienes decidían. Cada una de ellas tenía su papel en el Gobierno.
Al enterarse del acuerdo de 2.500 millones de dólares entre el empresario israelí y Vale en 2010, la cuarta esposa de Conté se rebeló. Inicialmente sólo había recibido cuatro millones de dólares en sobornos. Pero cuando Steinmetz vendió la concesión a los brasileños, “comprendió que la habían engañado” y que la mina valía mucho más, señaló la Fiscalía. La viuda del dictador incluso intentó llevar el caso a los tribunales. Para que desistiera, le pagaron más dinero y acabó ganando el doble, afirmó el fiscal.
Durante el juicio en Ginebra, el empresario negó los cargos de corrupción, afirmó que Touré “mintió”, cuestionó la veracidad de los documentos y desconoció todas las pruebas presentadas ante el tribunal. Uno de los verdaderos obstáculos que enfrentó la juez Alexandra Banna fue el hecho de que ninguno de los testigos citados compareció ante el tribunal. Al ser interrogado por la magistrada, Steinmetz admitió que en África es “recurrente el chantaje y la extorsión”.
El fiscal Yves Bertossa insistió durante el proceso que tenían muchas pruebas contra el magnate, como correos electrónicos y transferencias bancarias: “Lo tenemos todo”. “Pero es la corrupción mágica, nadie pagó”, se burló. En uno de los documentos, los implicados en el negocio hablan de la necesidad de garantizar que el “azúcar” llegue a la “señora”. Expresión que el fiscal entiende como una referencia al soborno a Touré.
Otro factor que pesó en la acusación fue la detención de Frédéric Cilins, uno de los intermediarios de Steinmetz, en Estados Unidos. El arresto en un aeropuerto de Florida se produjo después de que unas escuchas telefónicas revelaran que el ejecutivo ofreció dinero a Touré para que destruyera cualquier prueba de los sobornos. Como si fuera poco, la propia esposa de Conté, para evitar la prisión en Estados Unidos, optó por colaborar con las investigaciones y grabó sus conversaciones con quienes le habían hecho los depósitos.
Para Steinmetz, lo que pasó fue una persecución política. “No querían nuestra compañía allí”, se defendió. “Van a quedarse pobres, como lo son ahora. Es una tragedia lo que ha ocurrido. Si la mina se hubiera explotado, habría generado cuatro veces el PIB del país. Diez años después, no hay nada. El proyecto se detuvo por corrupción. No la mía. Pero sí de otras personas”, declaró.
El fiscal Bertossa insistió en que lo que hizo el magnate fue despreciar las instituciones de un país pobre. “En 2005, cuando la mina estaba bajo el control de Rio Tinto, la población no recibió nada. En 2010, con BSGR, aún no tiene nada”, dijo. El beneficio fue para la esposa del dictador y la empresa. “Fueron los únicos que consiguieron millones”, recalcó. “Estamos en uno de los países más pobres del mundo, con un presidente enfermo, un pueblo en huelga. Un país vulnerable y bajo esta situación es donde se da la concesión”.