La UE estudia un nuevo cierre de fronteras interiores para frenar la expansión de las nuevas variantes del virus
La covid-19 amenaza de nuevo la integridad de la zona Schengen. Los socios de la Unión Europea, que este jueves celebran una cumbre virtual para analizar la situación de la pandemia, estudian un nuevo cierre de fronteras interiores para frenar la expansión de las nuevas variantes del virus, especialmente la del Reino Unido. Esta variante del virus no es más mortal ni causa síntomas más graves, pero sí hay indicios de que es más contagiosa. La Comisión Europea considera desproporcionado un cierre generalizado como el que ya se produjo el año pasado entre algunos países en los primeros compases de la crisis sanitaria. Pero varias capitales creen que la restricción de la libertad de movimiento transfronterizo puede resultar imprescindible a la vista de la escalada de contagios provocada por las nuevas variantes del SARS-CoV-2.
“Quizá debamos tomar nuevas medidas para restringir los movimientos dentro de la UE”, apunta en Bruselas un fuente diplomática en vísperas de la cumbre de este jueves. Y el Gobierno de Angela Merkel ya ha circulado un papel oficioso en el que subraya la “necesidad urgente de actuar para impedir o, al menos, ralentizar la propagación de variantes preocupantes del virus tanto hacia la UE como dentro de la Unión”.
El texto alemán, al que ha tenido acceso EL PAÍS, aboga por enmendar rápidamente la recomendación del Consejo de la UE sobre restricciones a la libertad de movimiento para incluir la prevalencia de las nuevas variantes como uno de los criterios para frenar la entrada en un territorio.
Berlín defiende que todos los países deben comprometerse a exigir un test (previo al viaje) y cuarentena (a la llegada) a las personas procedentes de áreas con presencia masiva de las variantes. Y de manera opcional, según la propuesta alemana, cada Estado podría decidir la prohibición de entrada a los viajeros procedentes de esas zonas en un radio de hasta 15 kilómetros.
La propuesta podría desencadenar un cierre de fronteras en cascada, como ya ocurrió en la primera oleada de la pandemia. Berlín insiste en que debe compaginarse la protección de la salud con el mantenimiento de la libre circulación dentro de la zona Schengen. Pero el propio texto reconoce que, llegado el caso, solo habría que garantizar “las cadenas de suministros esenciales y la integridad del mercado interior, en particular, del transporte transfronterizo de bienes y suministros”.
La UE consiguió capear la segunda oleada del virus sin imponer controles dentro de la zona Schengen, una medida que permitió mantener la libre circulación de personas y de mercancías y mantener el pulso económico de las cadenas transfronterizas de producción. El único cierre casi generalizado dentro de la UE se produjo a finales del año pasado y afectó al Reino Unido (que no pertenecía a Schengen) y provocó un caos en los pasos del canal de la Mancha.
El descontrol de la tercera oleada, sin embargo, ya inquieta en numerosos países y la cumbre de este jueves parece llamada a marcar el punto de inflexión hacia un endurecimiento en los controles de movimientos. La Comisión Europea llega a la cita con un documento que insta a los Estados miembros a acelerar las campañas de vacunación para inmunizar al 80% de las personas mayores de 80 años y al 80% del personal sanitario antes de abril y al 70% de la población en general hasta el verano.
Pero los 27 gobiernos parecen convencidos de que las nuevas variantes del virus se expanden a mucha mayor velocidad que los pinchazos. “Solo si los Estados miembros adoptan una acción conjunta y coordinada se podrá contener de manera efectiva al virus”, señala el texto del Ejecutivo de Merkel. El documento apunta la preocupación generada por “las variantes conocidas hasta ahora, la B117 (mutación británica) y la 501V2 (mutación sudafricana)”. Y advierte que “hay temor de que emerjan nuevas mutaciones”.
La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha alertado este miércoles del peligro que correría el mercado interior con un cierre generalizado de fronteras. “El mensaje es claro: el cierre puro y duro de las fronteras no tiene ningún sentido”, ha señalado Von der Leyen ante el Parlamento Europeo. “Y no es tan efectivo como medidas mucho más precisas”, ha añadido la presidenta, que aboga por una estrategia de pruebas y rastreos.
El establecimiento de centros de test en los puestos fronterizos se apunta como una posibilidad para intentar mantener la fluidez del tránsito, al menos, dentro de la UE. Las medidas podrían ser mucho más draconianas para los viajeros procedentes del exterior.
Alemania propone que los Estados puedan prohibir la entrada desde países terceros cuando lo consideren necesario por razones de salud pública. Una prohibición que, según Berlín, podría afectar incluso a los ciudadanos de la UE que intenten regresar a sus países desde fuera de territorio comunitario.
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