Amanda Seyfried pasa de vivir en una granja a ser posible nominada al Oscar
Amanda Seyfried se ha convertido, desde el estreno de “Mank”, la última película de David Fincher, en una de las favoritas para la temporada de premios.
En ella, Seyfried interpreta a Marion Davis, una estrella de Hollywood que sobrevivió al fin del cine mudo, y es productora y mujer de negocios.
Antes de volver a meterse al público y a la crítica en el bolsillo, Seyfried necesitó alejarse de Hollywood.
Amanda Michelle Seyfried nació y creció en Allentown, en Pensilvania, EEUU en 1985, fruto del matrimonio entre una terapeuta ocupacional y un farmacéutico.
Su padre era amante del cine y, según publicó recientemente The New York Times, la enganchó en el amor por el séptimo arte con comedias y clásicos como “Nosferatu”.
Protagonista de «Mamma mía» con Meryl Streep
Cuando aun era una niña comenzó a hacer trabajos como modelo y participó en las funciones del colegio, además de tomar clases de canto. Siendo adolescente, Seyfried viajaba a menudo a Nueva York para rodar escenas en telenovelas como As the world turns o All my children.
Cuando iba a ingresar en la universidad, recibió una propuesta para formar parte del cartel de Mean Girls, de 2004, lo que le hizo posponer sus planes académicos, que finalmente canceló para dedicarse a la interpretación.
Tras esta cinta, la actriz fue encadenando papeles en series televisivas con apariciones en largos como Nine Lives o Alpha dog.
En 2008, llegó otro éxito en su carrera Mamma mia, un musical en el que comparte pantalla con Meryl Streep, entre otros, y Letters to Juliet.
Seyfried dijo al mencionado medio estadounidense que la industria es un lugar aterrador para una persona joven, para “alguien que no tiene una columna vertebral”. “Me han puesto en situaciones muy difíciles”, expresó.
“Tenía que pasearme sin ropa interior ni camiseta, contra mi voluntad, pero sentía que no tenía el poder para decir, ‘No, esto me hace sentir incómoda”, aseveró.
En 2013, aproximadamente, decidió que Los Ángeles no sería su residencia mientras no estuviese trabajando. Ese año se trasladó a una granja en las montañas de Catskills, en el estado de Nueva York.
“Vivo en una granja. Es lo que siempre quise”, dijo la actriz, según US Magazine. Estar fuera del circuito hollywodiense cuando no está rodando la ayuda a estar en contacto con la naturaleza y a reiniciar, a mantenerse fuera del tablero cuando no es necesario, según ha comentado la actriz.
“Todo el mundo necesita un centro de gravedad. Un sitio en el que sentirse seguro”, afirma.
Dos hijos, conciencia y una enfermedad
En su granja en Catskills, Seyfried vive con caballos, un burro, cabras, pollos… y con su marido, el también actor Thomas Sadoski, y sus dos hijos. El matrimonio se conoció en 2015, mientras trabajaban en The way we get by, y ambos tenían pareja en ese momento, por lo que su conexión era puramente platónica.
Amanda y su marido, el también actor Thomas Sadoski. (Fuente externa)
En 2016, cuando volvieron a rodar juntos, los dos estaban solteros. A partir de ahí, la prensa comenzó a emparejarlos. En septiembre de ese mismo año, se dio a conocer la noticia de que estaban prometidos y poco después que Seyfried estaba embarazada de su primer hijo.
En marzo de 2017, poco antes de que naciese su hija, Sadoski reveló que se habían casado en secreto. En septiembre de 2020, dieron la bienvenida a su segundo hijo, un niño.
Cinco meses antes de que su primer vástago viniese al mundo, Seyfried habló abiertamente sobre su enfermedad mental en una entrevista con Allure. La actriz padece un trastorno obsesivo compulsivo desde la adolescencia. En aquel entonces dijo a la revista que tomaba medicación desde los 19 años.
“Una enfermedad mental es algo que la gente mete en una categoría distinta de otras enfermedades, pero yo no creo que lo sea”, dijo. “Debería ser tomada en serio como las otras”, aseguró, alegando que no es una condición que se vea, como un quiste, pero que está ahí.
Con la llegada de su primera hija, Nina, en 2017, su trastorno mejoró, según dijo más tarde a la revista Elle. “Me preparé antes de tenerla volviendo a la terapia cognitivo-conductual, solo para entrar en ese estado de ánimo y notar cuándo mi TOC podría estar empeorando”, aseveró Seyfried.
“Pero resulta que estás demasiado ocupado con otras cosas de todos modos. Definitivamente no lo anuló, pero se volvió más silencioso”, añadió la artista. Seyfried también ha dejado ver su lado político y reivindicativo.
En diferentes ocasiones ha mostrado su desagrado hacia la política de los republicanos y no ha dudado en hablar de la brecha salarial entre hombres y mujeres, así como en denunciar el sexismo dentro y fuera del cine. Asimismo, colabora con diferentes causas benéficas.
Por Manuel Noriega. EFE/REPORTAJES