Aglomeración y prisa en el mercado de Los Guandules por el toque de queda
Una hora antes del toque de queda, el mercado de Los Guandules luce este sábado abarrotado de personas apresuradas comprando amontonadas, sin hacer fila y conversando ajenos de la distancia de seguridad de dos metros recomendada para prevenir el contagio por COVID-19.
Si no fuera por las mascarillas, algunas colocadas por debajo de la nariz, debajo de la boca y torcidas, se podría decir que es un día como otro cualquiera antes de la pandemia en el mercado callejero ubicado en la avenida Francisco del Rosario Sánchez en el barrio Los Guandules de la capital.
Los vehículos se mueven con dificultad y los transeúntes apenas pueden caminar por las aceras mientras la gente compra alimentos expuestos al humo de los vehículos.
El atasco y el ruido aumenta a medida que pasan los minutos y se acerca el toque de queda establecido los fines de semana al mediodía.
Los vendedores de la zona afirman que con este horario las personas se aglomeran más porque tienen menos tiempo para comprar. No confían en que mejore la situación con el nuevo toque de queda que permite movilidad hasta las tres de la tarde los fines de semana.
“El toque de queda solamente hace que la gente se junte más comprando, pero siguen viniendo como siempre”, afirma José Sepúlveda propietario de un puesto informal de víveres.
Los clientes habituales del mercado aseguran que la aglomeración en las calles es normal, pero los sábados por la mañana se complica más.
“El mercado hoy está insoportable. Uno anda corriendo porque no hay dinero para pagar una multa si te agarran en la calle después de las doce”, comenta la cliente Loranni Báez.
El poco espacio para caminar por el andén provoca que los peatones tengan que saltar a la calle y arriesgarse entre motores que van y vienen.
A media hora para que inicie el toque de queda, la mayoría de los comercios informales continúan con su actividad y la presencia policial era escasa.
Los compradores sí se marchan con prisas, pero no si antes saludar a algún conocido o conversar con los vendedores a toda voz como de costumbre, con o sin pandemia.