“Lo que tenemos por delante es brutalmente difícil.” No hay mejor manera de decirlo. El presidente de la Suprema Corte de Justicia, Luis Henry Molina, iba cerrando su discurso el Día del Poder Judicial cuando estas palabras sonaron como un mazazo.

Quizá porque entre los mensajes positivos y los encantadores emojis pretendemos vivir envueltos en una capa de algodón de azúcar que empieza a resultar insuficiente, usar el adverbio “brutalmente” despeja el ambiente.

Molina agradeció a la procuradora General, Miriam Germán el trabajo conjunto, detalle que anima a pensar que se pueden cambiar algunas relaciones interinstitucionales con naturalidad. Reconoció las limitaciones y errores del sistema judicial en esta pandemia, algo que algunos funcionarios están incapacitados molecularmente para hacer. Explicó cómo se han ido cumpliendo los objetivos trazados hace un año con la precisión y método de un gerente. Y habló de un tema, enfocado en el sistema judicial, que podemos aplicar(nos) en todos los ámbitos.

La brecha digital no se limita al acceso a la conectividad o a la tecnología. Nos falta entrenamiento, capacitación digital, tanto a los usuarios como a los profesionales. Molina se refería a los abogados, jueces y personal de su institución pero apliquémoslo a cualquier ámbito del mundo laboral. Falta capacitación para obtener de la tecnología lo que ésta es capaz de ofrecer y falta cultura en los usuarios a cualquier nivel, para utilizarla correctamente.

Y exhortó al diálogo, algo que no sobra en ningún ámbito ni momento. La independencia judicial que garantizó en su discurso es la meta, lo que queda por delante.

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