Los otros argentinos en busca de identidad
Juan Manuel Ceroni nació en Córdoba el 26 de enero de 1978. No dudaba de su origen hasta que en 2015 recibió una llamada de las Abuelas de Plaza de Mayo. La ONG investigaba una red que engañó y despojó de sus bebés a cientos de parturientas en los años setenta, para venderlos. Él encajaba en el perfil de las víctimas y accedió a una prueba de ADN, pero sus datos no coincidieron con los de familiares de víctimas de la dictadura (1976-1983) que guarda el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG). Desde entonces, vive con un signo de interrogación a cuestas y busca a su familia, en soledad. Recorrió maternidades, oficinas estatales y redes sociales. También mandó su muestra genética a una de las compañías estadounidenses que hacen árboles genealógicos y cruzan a buscadores de todo el mundo. “Es buscar un granito de arena. La única forma de encontrar algo sería que mi mamá me busque”, dice.
El manual
Los buscadores de identidad de origen lograron que el Gobierno editara oficialmente el Manual de buenas prácticas comunicacionales en identidad biológica (2019), que prepararon ellos para fomentar un vocabulario respetuoso y específico para tratar el tema. “Así como ya no se dice ‘crimen pasional’, no se debe decir ‘bebé abandonado’ porque estigmatiza a ese niño antes de saber qué hay detrás de esa historia”, ejemplifica Clara Lis.