Carlos Santana, caso exitoso en polémico esquema de extensiones

Carlos Santana tuvo que esperar los 18 años para convencer de su talento tras escuchar muchas veces que su turno no llegaría. Entonces los Dodgers lo firmaron por US$75,000 en agosto de 2004, seis años después debutó en Grandes Ligas uniformado como un Indio y en 2013 aseguró el futuro de los suyos.

Con 34 años y tras un 2020 recortado donde no se vio esa mejor versión de 2019, Slamtana sigue sumando dígitos a su gruesa cartera.

Los Reales han fichado a Santana por dos años y US$17 millones, un pacto que lo mantendría en Kansas City hasta el final de la temporada 2023.

Santana ejemplifica el modelo de negocio que impera en el béisbol desde que a mediados de los años 90 John Hart en Cleveland comenzó a atar a las jóvenes figuras antes de que se encarecieran en la medida que cumplían los mejores pronósticos.

Uno que ha demostrado los clubes aprovechan gran parte del pico de carrera pagando por debajo del mercado y cuando llegan a la agencia libre ya su valor se ve afectado para largos pactos por el factor edad. Pero los jóvenes siguen fichando, puesto que les garantiza un dinero que bien administrado no requerirían trabajar más por el resto de su vida.

El mameyero apenas tenía 115 días de servicios y cobrado US$416,600 en salario de MLB cuando en la primavera de 2012 la gerencia de la Tribu le ofreció comprarle dos años de salario mínimo y tres de arbitraje al receptor que había pegado 27 cuadrangulares y remolcado 79 carreras.

Santana, entonces con 26 años, aceptó la oferta de US$21 millones por cinco años, que se convirtió en US$30 MM con la opción de US$12 MM ejercida por el club para 2017.

Llegó a la agencia libre ya convertido en inicialista, con 31 años, y logró un pacto por US$60 millones con los Filis por tres campañas (2018-2020), que lo mantuvo en Filadelfia solo la primera temporada, puesto que fue traspado de vuelta a Cleveland.

A la fecha ya Santana acumula ingresos por US$78,111,999, porque el recorte de la campaña le costó US$13 MM a su salario. Es un pelotero que batea .248, pero su porcentaje de embasarse se dispara a .366 gracias a su alto volumen de boletos que recibe (una media de 107 por curso), 240 jonrones y 796 vueltas impulsadas.

Baseball-Reference le otorga 31.2 victorias sobre jugador reemplazo (WAR), por delante de algunos de sus compatriotas, como Raúl Mondesí (29.5), Carlos Peña (25.5) o George Bell (20.0).

Entre 1999 y 2020 son 47 los criollos que aceptaron extensión antes de cumplir los seis años de servicio, la cuota para obtener la libertad. De ellos, 42 ya terminaron esos pac tos, pero solo 12 consiguieron un segundo contrato mayor.

En 2015, con 25 años de edad, Juan Lagares tenía un año y 160 días de servicios en la MLB cuando aceptó una extensión por US$23 millones de los Mets que le cubriría hasta 2019. Tenía una opción de US$9,5 millones, pero las cosas no salieron como lo proyectado y el club no ejerció la última opción de US$9,5 MM, quedando libre a los 30 años.

José Ramírez es la otra cara. En marzo de 2017, tras una campaña con una línea de .312/.363/.462 y 76 producidas, selló una extensión por US$26 millones y cinco campañas, con dos opciones del equipo para 2022 y 2023 que lo puede estirar hasta los US$50 MM.

Desde entonces, Ramírez ha sido tres veces finalista al MVP. Cuando llegue a la agencia libre tendrá 31 años y habría ganado US$7 millones por campaña, ni la mitad de lo que reciben los 125 mejores salarios del circuito.

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